La falta de mano de obra y personal cualificado frente al aumento de edificación es el principal factor que está afectando al sector de la construcción en España. Esto, sumado a los sueldos bajos en una profesión tan exigente como esta, dificulta aún más el relevo generacional.
“Los jóvenes hoy en día buscan otra cosa, trabajar en otro oficio, quedarse en la cama y que lo mantenga su padre”, sentencia un veterano albañil entrevistado por NoticiasTrabajo, que expresa su hartazgo tras ver cómo las nuevas generaciones dan la espalda a este oficio. El discurso no deja lugar a dudas: en el sector de la construcción no hay relevo generacional. Nadie quiere subirse a un andamio ni ponerse un casco, “prefieren los ordenadores, las cosas de oficina”, lamenta el obrero. “No quieren el trabajo duro”, añade.
Qué dicen los jóvenes sobre trabajar en la obra
Además del relevo generacional, esta profesión se vuelve todavía menos atractiva por las eternas jornadas de trabajo, los sueldos bajos y el incumplimiento de los riesgos laborales, del convenio y de los derechos laborales. El hijo del veterano albañil, un joven que no llega a los 25 años, también entrevistado por NoticiasTrabajo, reconoce que ellos prefieren “más comodidad, no hacer nada y cobrar ayudas”.
Asegura que los jóvenes de hoy en día “tienen otra mentalidad” como para soportar las condiciones de trabajo que ofrece la construcción, remarca el joven, que conoce de primera mano las fatigas del sector.
“Los autónomos estamos muy jodidos”
Por su parte, el veterano albañil, que también es autónomo, advierte de la situación de miles de compañeros que se encuentran como él, porque el problema no solo radica en las ganas, sino en los números y en la forma de supervivencia. “Los autónomos estamos muy jodidos porque los impuestos son muy grandes y no podemos pagar un sueldo muy alto por el mismo motivo”, explica.
Las consecuencias, advierte, pueden ser demoledoras para cualquiera que necesite una reforma o busque una vivienda en el futuro próximo, ya que sin relevo generacional y sin incentivos para los jóvenes, las obras quedarán huérfanas y el futuro del ladrillo en España “se ve bastante negro”, concluye.