La etapa cumbre de la inflación está aquí, y parece que para quedarse. Al menos durante este año. Así lo evidencia el Consejo General de Economistas (CGE) en base a su último y más reciente 'Observatorio Financiero’. Del mismo se desprenden la prórroga del horizonte menos esperanzador para la economía española, aunque también existen brotes esperanzadores.
La cara es el Producto Interior Bruto (PIB), cuyas previsiones de crecimiento no cambian, y se mantienen este año en el 3,9%, y de 1,7 y el 1,8% para 2023. Se espera una cierta recesión en el tercer y cuarto trimestre. Pero la cruz es aún más cruz, al empeorar las predicciones del Índice de Precios al Consumo (IPC) en 1,2%, pasando del 7,1 al 8,3%. En cuanto al déficit, se estima que se mantenga en torno el 5,3% del PIB. Otra piedra más en la mochila de la recuperación económica española.
No es la única lectura esperanzadora que se realiza del informe. Se respira también optimismo en cuanto al mercado laboral, rebajándose la tasa de paro hasta el 12,4% para finales de este 2022. Es decir, 0,8 puntos porcentuales menos. La aceleración económica experimentada en el trimestre, así como a los efectos de la reforma laboral, sobre todo la implementación de los contratos fijos discontinuos en sectores como la hostelería y la restauración, serían la respuesta a ello.
Concretamente, según se indica en el documento, la tasa interanual de productividad por puesto de trabajo y por hora trabajada aumentó un 1,3% en el segundo trimestre, el 2,5% frente al trimestre anterior. Sin embargo, al resultar España uno de los países que sufre con mayor severidad los efectos de la inflación, su economía acaba siendo menos competitiva.
La tasa interanual del IPC, en el 10,8%
Ese 8,3% en el que se sitúan las previsiones de crecimiento para 2022, contrasta con el adelanto del INE del mes de julio, en el que se afirma que el IPC se reducirá un 0,2%. Aunque si se tiene en cuenta la tasa interanual real, esta se ubica en el 10,8%, un 0,6% más que en junio. La misma crecida que ha experimentado la inflación subyacente, la que no mide los gastos volátiles como la gasolina o la luz.
En la eurozona, esta inflación subyacente baja el 5%. También se alivia la interanual, ubicada en el 8,9%, 1,1 puntos menos que la española. “Esta subida de precios supone un encarecimiento de las importaciones europeas, mientras que las importaciones de materias primas, la mayoría nominadas en dólares, se ven afectadas además por el tipo de cambio". Esto, el pinchazo del euro y la alta inflación en Europa (8,9%) provocarán que el BCE no abra la mano en su restrictiva política monetaria, entre algunas de las posibles consecuencias.
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