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Donald Kimmel, 78 años, jubilado: “Sigo trabajando a tiempo parcial 16 años después de jubilarme. Así es como haciendo lo que me gusta”

Aunque se jubiló anticipadamente siguió trabajando acudiendo a conferencias y realizando consultorías.

Donald Kimmel en su casa
Donald Kimmel, 78 años |Nilo Jiménez para Business Insider
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Un hombre de 78 años sigue trabajando 16 años después de jubilarse y tiene la clave para haber seguido involucrado en lo que le apasiona desde su retiro anticipado. Participa en conferencias y consultorías para seguir ocupado desde que con 63 años le dieran su indemnización y se despidiera de su empresa.

Donald Kimmel, de 78 años, se jubiló de su puesto como biólogo óseo hace 16 años, pero continúa asesorando y revisando artículos. Es un ejemplo más de que, aunque la jubilación llame a la puerta, puede que la persona no esté preparada para el retiro. Actualmente reside en The Villages, Florida, donde disfruta de su jubilación de una forma sana y activa, aunque no suele ir a la playa.

“En lo social y profesional, no me arrepiento de nada. Tuve varios trabajos relacionados que me encantaron, que se adaptaban bien a mi temperamento y que estaban bien remunerados económicamente”, cuenta Kimmel, sobre su ajetreada vida anciana. 

Kimmel se graduó de la universidad como estudiante de química en 1968. Estuvo en la facultad de odontología después de la universidad, pero no era lo suyo: “después de un par de años, me di cuenta de que no era exactamente para mí”, recuerda.

Su pasión era la investigación

Gracias a que encontró unos anuncios sobre programas de investigación para estudiantes de odontología patrocinados por los NIH supo a lo que quería dedicarse. “Durante mi estancia en Salt Lake City, investigar me abrió los ojos y supe que ser estudiante de posgrado sería una mejor opción que continuar el programa de odontología”, explica sobre cómo empezó su pasión por la investigación.

“Hablé con el director del programa, quien aceptó admitirme como estudiante de doctorado si terminaba la carrera de odontología. De ahí surgió mi carrera en la investigación ósea”.

A finales de los 70 y principios de los 80, su trabajo se centraba exclusivamente en la investigación y la redacción de solicitudes de subvenciones. Decidió cambiarse a la investigación sobre la osteoporosis antes de que el tema empezara a ser más famoso.

Cambió bastante de centro de trabajo, llegando incluso a un hospital en Carolina del Norte donde estudiaba los efectos de la enfermedad renal en los huesos. “Me hice amigo de un especialista en osteoporosis en Omaha, y me reclutó para ser investigador en su equipo”, cuenta Kimmel.

Tras 12 años allí, el primer medicamento contra la osteoporosis se lanzó al mercado en 1995. El hombre que lideró la iniciativa le invitó a Merck, dándole la posibilidad de usar todos los nuevos productos químicos que Merck estaba desarrollando para crear un medicamento contra la osteoporosis de segunda generación. “Fue una experiencia celestial”, recuerda asombrado este octogenario.

Pero tras esos buenos momentos, todo se vino abajo, ya que cuando se jubiló, el programa se desintegró. “Ya tenía más de 50 años, así que empecé a calcular cuál sería mi siguiente paso” narra Kimmel, dejando claro que nunca fue de esas personas que se rinden a la primera.

Fue a trabajar al día siguiente de jubilarse

Antes de jubilarse de Merck, se propuso controlar los gastos anuales, con la expectativa de que, después de jubilarse, serían similares a los de su época laboral. “Tenía un plan 401(k) y un 403(b) de una universidad anterior, y recibí una herencia de mi madre tras su fallecimiento en 2004. Empecé a usar Fidelity Investments en 1981”, recuerda. Aunque se lamenta de no haber aprendido a invertir antes:

“Ojalá hubiera conocido y podido practicar la asignación de activos mucho antes. Ojalá hubiera conocido mucho antes los datos que demuestran la previsibilidad de la rentabilidad anual frente al riesgo de diversas estrategias de asignación de activos a largo plazo”.

Cuando tenían 56 años, su esposa y él contrataron un seguro de cuidados a largo plazo. Siguieron con esa póliza, “aunque la prima anual ahora es aproximadamente siete veces más cara que cuando nos inscribimos”.

Kimmel ya tenía claro que se prejubilaría pero que no dejaría de trabajar por completo: “En 2008, me ofrecieron una indemnización y recibí un año de sueldo extra, lo que me llevó casi a los 63 años. Pensé que podría jubilarme y sobrevivir durante décadas con mi pensión y mi ingreso transitorio, y sabía que haría consultoría independiente”.

“Parece que me jubilé anticipadamente, pero durante cuatro o cinco años más estuve viajando a conferencias y haciendo consultoría. A la mañana siguiente de mi jubilación, recibí una llamada de un abogado de Eli Lilly que necesitaba mi testimonio pericial durante una demanda por un medicamento”, cuenta Kimmel, sobre cómo volvió a trabajar prácticamente un día después de jubilarse y cómo siguió manteniendo su pasión por lo que hacía desde hace tantos años.

Un poco de running y revisar artículos pero con calma

Su esposa tenía un negocio de decoración de interiores y cortinas. “Durante un viaje a las Islas Vírgenes Estadounidenses, me dijo que quería usar los ingresos de su negocio para comprar una propiedad. Queríamos un lugar donde ir cuando hiciera frío en invierno, aunque no éramos turistas aventureros”, relata Kimmel. Ese fue un gran paso para ellos, por lo que finalmente se lanzaron a comprar un apartamento en Santa Cruz a mediados de la década del 2000.

“El negocio de mi esposa iba bien, así que conseguimos otro en la playa. Cuando mi trabajo estaba terminando en 2011, usamos Airbnb y Verbo para anunciarlos. Hasta 2017, descubrimos cómo convertirlos en propiedades de alquiler vacacional. Lo compensamos con la gestión local de algunas personas que vivían en las Islas Vírgenes. El huracán María arrancó el techo del condominio frente a la playa, que nunca volvió a ser igual, así que lo vendimos”.

Tras estos sucesos decidieron mudarse en marzo de 2010 a The Villages, Florida, donde residen actualmente. “Era un lugar que mi esposa, quien había seguido pacientemente mi odisea por Estados Unidos investigando, siempre había dicho que le gustaría. Ha sido nuestra parada más larga”, recuerda.

Pensaron que tendrían más posibilidades de viajar en los primeros años de jubilación, por lo que empezaron a hacer cruceros fluviales y marítimos. “Poco a poco hemos empezado a bajar el ritmo y hemos viajado menos en los últimos cinco años”, explica el jubilado, sobre lo que están viajando últimamente.

“Antes del COVID y después de dos años de caminar a paso ligero, empecé a participar en carreras de 5 km. Pensar en todos aquellos de mi edad que ni siquiera participan me hizo sentir aún mejor. Bajé a 42 minutos. Todavía puedo correr una milla en 16 minutos”.

El jubilado no abandona su profesión, ya que a día de hoy sigue revisando artículos sobre ciencia ósea para revistas médicas. “He podido mantenerme al día con los conocimientos actuales. Me gusta compartir ideas sobre cambios profesionales que deberían dar los estudiantes” detalla Kimmel. Y eso no es todo, el octogenario declara seguir disfrutando mientras habla con jóvenes que se encuentran en esas etapas cruciales y buscan ideas. “Es una parte gratificante de la jubilación”, sentencia.

Sus gastos mensuales son de aproximadamente 9.400 dólares. Además, reciben ingresos mensuales sin impuestos de tres fuentes: un Seguro Social combinado de 5.400 dólares, una anualidad de 300 dólares y una combinación de inversiones que históricamente genera un rendimiento promedio de aproximadamente 5.800 dólares a largo plazo, lo que les permite dormir bien.

“Mi ejecutivo de cuentas de Fidelity en The Villages revisó mis cuentas, aplicó un algoritmo en ellas y me mostró una evaluación histórica de los rendimientos de las distintas combinaciones de asignaciones. Puedo dormir tranquilo con lo que tengo ahora, y he realizado algunas compras oportunistas en los últimos tres o cuatro años”, aclara.

“Ser mayor se trata de aprovechar al máximo las ventajas fáciles que uno puede obtener para superar y evitar enfermedades prevenibles. Gracias a mi formación, puedo leer la literatura médica. Me esfuerzo por aprender sobre actividades y hábitos que debo hacer y evitar, y cómo tratar mejor las afecciones que padezco. Con respecto a la salud, recuerden este viejo dicho: las personas inteligentes aprenden de sus propios errores. Las personas sabias aprenden de los errores de los demás”.