¿Alguna vez has revisado la cuenta de un hotel, un restaurante o incluso un vuelo y has visto un cargo por algo que no pediste? Cada vez son más quienes, tras un viaje o una comida fuera, se encuentran con la desagradable sorpresa de pagar por servicios que nunca solicitaron o que, directamente, deberían estar incluidos en el precio.
Muchos lo aceptan por desconocimiento, pero lo cierto es que en muchos casos puedes negarte a pagar, y la ley te respalda. Estos son algunos casos en los que te puedes negar a pagar los cobros extra.
Cobros abusivos en hoteles
Reservar una habitación de hotel parece sencillo, pero al pagar pueden aparecer conceptos sorpresa: tasas de servicio, cargos de gestión o suplementos varios. Muchos alojamientos los añaden únicamente al final del proceso o incluso durante el check-out, sin informar previamente al cliente. Si estos recargos no se comunicaron antes de la reserva, pueden reclamarse y rechazarse. La legislación española exige que el precio final, incluidos todos los impuestos y suplementos, sea transparente desde el principio.
Otra práctica polémica es el cobro por utilizar instalaciones como piscina, gimnasio, caja fuerte o wifi. Servicios que en algunos casos están incluidos y en otros se facturan aparte, a menudo sin aviso previo. Los recargos por abrir el minibar o mover productos, aunque no se consuman, también han sido señalados por las asociaciones de consumidores como un abuso frecuente. La OCU insiste en que si el coste no se indica claramente, se considera un cargo abusivo.
El equipaje de mano y otras tasas polémicas en los vuelos
En los aviones, los recargos han pasado de ser una excepción a convertirse en la norma, sobre todo entre las compañías de bajo coste. Aerolíneas como Ryanair o Wizz Air cobran entre 10 y 70 euros por llevar una maleta de cabina, una práctica que ha sido cuestionada incluso por los tribunales europeos.
El Tribunal de Justicia de la UE ha sentenciado que el equipaje de mano es un elemento esencial del transporte y no debería conllevar un coste adicional, siempre que cumpla con las normas de tamaño y peso. Ante estos cobros, el consumidor puede reclamar.
La separación de pasajeros de un mismo grupo para incentivar el pago por asientos juntos es otro de los trucos habituales. Si se cobra automáticamente por la selección de asientos, el usuario tiene derecho a solicitar una reubicación gratuita o a presentar una reclamación.
También hay casos de penalizaciones de hasta 20 euros por imprimir la tarjeta de embarque en el aeropuerto. De no advertirse claramente durante la compra, este suplemento puede rechazarse.
Por otro lado, muchas aerolíneas incluyen por defecto servicios como seguros, alquiler de coches o embarque prioritario. La normativa europea prohíbe los casilleros preseleccionados para servicios extra, que solo deberían cobrarse si el usuario los marca manualmente. Si el cobro se realiza por defecto, es posible anularlo y reclamar la devolución.
Los restaurantes, en el punto de mira
El mundo de la hostelería tampoco se libra de los suplementos. El pan, los aperitivos o los cubiertos que llegan a la mesa sin haber sido solicitados y que se cobran sin aviso previo pueden rechazarse. Tanto OCU como FACUA subrayan que estos productos o servicios solo pueden facturarse si el cliente ha sido informado y ha aceptado el coste.
Otro clásico es incluir el IVA al final de la cuenta, cuando en la carta no se advertía. La ley explica que los precios deben incluir los impuestos, salvo mención expresa. Si el IVA se añade sin aviso, solo debe abonarse el precio reflejado en la carta.
Respecto al pago con tarjeta, en la mayoría de situaciones está prohibido cobrar un suplemento. El coste debe asumirlo el establecimiento. Y, aunque en algunos locales turísticos aparezca, la propina nunca es obligatoria en España y puede retirarse de la factura si no ha sido autorizada.
Comisiones bancarias, roaming y tasas turísticas
Viajar implica estar atentos a otros posibles sobrecostes. Los bancos pueden llegar a cobrar entre un 0,5% y un 3% por cada pago en el extranjero. El roaming, fuera de la UE, llega a alcanzar los 10 euros por mega, lo que puede disparar la factura del móvil. Las tasas turísticas, según el destino, suman entre 2 y 10 euros por noche, y aunque legales, deben anunciarse claramente antes de confirmar la reserva.
La clave para no pagar de más está en exigir información clara antes de contratar cualquier servicio, leer bien las condiciones, no aceptar cargos automáticos y reclamar ante cualquier recargo no anunciado. En caso de duda, las redes sociales y las asociaciones de consumidores ofrecen multitud de ejemplos y consejos para evitar sorpresas en la factura.

