Una mujer trabaja preparando hamburguesas y pizzas solo para las fotos, un empleo con el que gana 3.500 euros de media al mes, ya que es una de las pocas estilistas culinarias en Francia. Lleva 25 años dedicándose a ello. Su trabajo requiere herramientas inusuales, desde pinzas hasta botellas de aceite de oliva.
Anne-Sophie, de 47 años, es la culpable de que la hamburguesa de tu plato nunca se vea igual que la del anuncio. Porque, en los sets de rodaje, es la estrella, y nada se deja al azar: cada semilla de sésamo, cada gota de salsa, se coloca meticulosamente. El objetivo es simple: hacer que el sándwich sea irresistible a la vista, incluso si no está destinado a ser comido.
Esta mujer conoce este trabajo meticuloso al dedillo. Lleva 25 años trabajando como estilista gastronómica en París (@stylisteculinaireparis). "Descubrí y decidí dedicarme a este trabajo a los once años. Fui modelo infantil para un anuncio de Bonduelle cuando vi a una estilista clasificando granos de maíz uno a uno con pinzas. Me pareció fascinante", recuerda agradecida para el medio ‘Emploi Le Figaro’.
Se formó en la École supérieure de cuisine française, donde era la única mujer de su clase, Anne-Sophie se abrió camino rápidamente fuera de las cocinas tradicionales, con un objetivo claro: convertirse en estilista gastronómica. Tras realizar prácticas en restaurantes en San Francisco y Boston, abandonó las cocinas tradicionales en cuanto se graduó.
“Necesitaba libertad y ya sabía exactamente adónde quería llegar. A los 14 años, ya hacía de estilista durante las vacaciones escolares”.
Inicialmente se centraba en la publicación culinaria, por lo que se dedicó a fotografiar recetas para libros en Flammarion y Marabout, antes de pasarse rápidamente a la publicidad. “Estar en una sesión fotográfica de dos días en lugar de trabajar en un libro durante un mes fue mucho más estimulante”, destaca la protagonista
Trabaja con marcas como Nestlé, Kinder o KFC
Actualmente, Anne-Sophie lleva entre tres y cuatro encargos al mes para marcas como Nespresso, KFC, Quick y Kinder. Su pericia es clave para que hamburguesas, cafés y cervezas luzcan mejor, y para alcanzar texturas inesperadas. “Trabajé en una campaña de L'Oréal. La nata es un poco como las claras de huevo batidas: hay que darle el volumen y la luz adecuados”. Nada se deja al azar: ensaya varios días en casa, compra a proveedores de primer nivel y llega al set con todo listo: pinzas de dentista para colocar cada ingrediente al milímetro, aceite de oliva para aportar brillo y un chorro de agua para devolver frescor en el último segundo...
La presión es constante: todo debe quedar perfecto en quince minutos, a veces menos. Una pizza, por ejemplo, se filma en un minuto para que el queso conserve su elasticidad. Un spot puede exigir producir cincuenta sándwiches o cien pizzas en una sola jornada. Bajo el calor de los focos, cada producto se sustituye cada tres minutos. "Es un trabajo estresante, pero me encanta esa sensación de nudo en el estómago. Si me equivoco, todo el proyecto se resiente", confiesa.
Cobra 3.500 euros al mes de media
En términos económicos, Anne-Sophie ingresa hoy una media de 3.500 euros netos al mes. Quien empieza cobra entre 350 euros y 400 euros diarios. Las tarifas dependen del proyecto y del renombre del estilista, en un mercado muy competitivo. “Somos menos de diez en Francia que trabajamos habitualmente para grandes marcas”, explica la estilista. No existe federación ni escuelas específicas: la vía de entrada es aprender al lado de un profesional reconocido.
Aunque la experiencia sigue muy valorada, el futuro de la profesión inquieta ante el auge de la inteligencia artificial, capaz de generar imágenes hiperrealistas. "Por ahora, mi teléfono sigue sonando. Pero si un día deja de sonar, me preocuparé", dice Anne-Sophie. Hoy las marcas buscan autenticidad: menos trucos, menos tomas interminables y más realismo. "Ahora aceptamos que una línea de kétchup se desborde. Incluso realizamos las imperfecciones" .

