Entre los cambios propuestos, se contempla considerar los rendimientos fiscales de cada trabajador por cuenta propia como base de cotización y la implantación de tipos en base a estos rendimientos. Una novedad rompedora si se compara con el sistema actual, en el que predomina prácticamente un tipo de cotización único. A no ser que se sea beneficiario de la tarifa plana: 60 euros. Una reducción del 80% sobre la cuota base, de 294 euros en 2022.
El Gobierno y el Ministerio consideran que de esta manera se equiparan los ingresos a lo que se paga como cuota. Por lo tanto, su idea es que sean mayores para los más ganan, como establece uno de los temas que más debate genera: la modificación del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Así, según se gane, las nuevas cuotas serían de entre 184 y 1.267 euros al mes según el sistema flexible de once tramos de ingresos que irían desde menos de 600 euros mensuales a más de 4.050 euros. Habría posibilidad de cambiar de tramo hasta seis veces anuales.
Un sistema con “deficiencias” beneficiosas para algunos autónomos
Por otro lado, se han multiplicado las voces críticas por parte de las patronales de empresarios sobre la denominada ‘reforma Escrivá’ que rechazan hasta el momento, y de la que señalan que presenta “bastantes deficiencias” y que “lleva a la economía sumergida”. Pero no son las únicas. Y no todas son malas.
En este sentido, un estudio llevado a cabo por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económica (IVIE) señala que algunos autónomos se beneficiarán de la misma en algunos aspectos. Concretamente, aquellos que declaren más de 1.300 euros mensuales. Incluso más que los asalariados, generalmente considerados más afortunados.
¿Por qué? Porque en el periodo transitorio, de 2023 a 2030, en el que se irá progresivamente aplicando la reforma del sistema de cotizaciones, van a ser en la gran mayoría de los casos inferiores a las de los asalariados. "Esto supone una subvención indirecta hacia el autónomo ya que van a cotizar menos de lo que les correspondería y sus pensiones no se van a ver minoradas por ello", subraya el documento.
También señala una explicación para esto, la de “no asustar” con las subidas y que, en cierto modo "no se puedan ver como una subida de impuestos, sino como una base de cotización más elevada que también dará lugar a prestaciones más elevadas. Y no solo en jubilación, sino también en todas las contingencias comunes, así como en el caso de viudedad o incapacidad".
"Esto se traduce en que individuos con idénticas carreras laborales, ya sean asalariados o autónomos, pagarían cuotas diferentes pero recibirían la misma pensión, lo cual supone un trato privilegiado para los trabajadores por cuenta propia”, continúa explicando el informe.
La ‘reforma Escrivá’, pan para hoy y hambre para mañana
"Incrementar la base de cotización no colabora a la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones porque aumentan los ingresos a corto plazo, pero también los gastos a medio plazo al generar mejores prestaciones", reconoce como conclusión general el IVIE, que señala “como solución sencilla y transparente la de utilizar los rendimientos fiscales como base de cotización y seguir aplicando un tipo de cotización único para todos los autónomos y que, además, sea similar al del Régimen General" de los asalariados.
De la misma manera, tampoco encuentra un “patrón razonable” en la fase final de la ejecución de la reforma en cuanto a los rendimientos y cuotas aplicables, cuando entrarán en juego los ajustes correspondientes a la inflación. Unos ajustes con patrones de variación esperados enormemente desiguales. Algunos tramos bajarán un 35% y otros aumentarán hasta un 260%.
"Tal vez se pueda explicar pensando que el objetivo perseguido es facilitar el acceso gradual a cotizar por bases más altas a los que tengan rendimientos elevados, de tal forma que no haya una subida muy fuerte de un año a otro", justifica la cabeza pensante del texto, el profesor de Economía Financiera en la Universidad de Valencia, Enrique Devesa.
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