Alice Gréjon, cambió trabajar en la ONU por ser panadera: “Quería pasar menos tiempo haciendo Excel”

Se graduó en la Sciences Po Paris, vivió en Nueva York y finalmente decidió cambiar de carrera profesional.

Alice Gréjon, cambió trabajar en la ONU por ser panadera: “Quería pasar menos tiempo haciendo Excel” |Sébastien SORIANO | Le Figaro
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La joven Alice Gréjon, natural de la región de Loiret, ocupó diversos puestos profesionales a lo largo de su vida que le permitieron vivir experiencias de lo más increíbles en el ámbito laboral. Tras cursar un máster en Recursos Humanos en la Sciences Po Paris, se le presentó una excelente puerta de entrada para incorporarse a una organización no gubernamental (ONG).

Consiguió que la contrataran en el departamento de Recursos Humanos de la Cruz Roja Francesa, gracias a lo que pudo vivir la experiencia de estar 4 meses viviendo en Guinea trabajando en un proyecto contra el ébola antes de incorporarse a la ONU a partir de 2015, como cuenta en una reciente entrevista para Le Figaro.

Después de varios años entre Nueva York y París, algo no le convencía y buscaba un cambio de rumbo. Esto vino provocado por una serie de decisiones que fue tomando en los últimos años en las que tuvo que dejar grandes oportunidades y proyectos atrás. Es verdad que no le iba mal en Nueva York, pero después de tres años viviendo allí echaba de menos a sus seres queridos, por eso tomó la difícil decisión de regresar a Francia. 

Pero la suerte no se olvidó de ella. Rápidamente Greenpeace la contrató en Paris para trabajar especialmente en la formación del personal y la movilidad interna durante cinco años. Todavía no ha llegado a dar el máximo de sus capacidades, asegura. "Los recursos humanos, por definición, se centran en las personas y siempre se puede aprender y progresar ", remarca. Tiene otras ambiciones para 2023.

“Buscaba una actividad más práctica, acorde con mis valores y compromisos. Quería un nuevo reto, pero también pasar menos tiempo frente a la pantalla elaborando hojas de cálculo de Excel”

Eso era lo que sentía y lo que le motivaba a cambiar de página en su vida. Por esa razón acabó dejando su puesto como gerente de desarrollo de RR. HH. en Greenpeace tras un acuerdo de rescisión.

Le pagaron 15.000 euros mientras se formaba

Aunque se había interesado previamente por la herboristería y hasta llegó a dudar si inscribirse o no en la École des plantes de París, finalmente se decidió por la repostería. “Me apasiona la comida sana y respetuosa con el medio ambiente. Como tenía 35 años por aquel entonces y este trabajo es físico, sentí que no debía esperar. Para comprobar que no era una fantasía, realicé varias inmersiones con panaderos artesanos para comprender la profesión”, detalla sobre cómo se interesó por la panadería.

Eso le hizo presentar una solicitud a la Escuela Internacional de Panadería, que se encontraba en la región de los Alpes de Alta Provenza. Este centro, especializado en panadería ecológica y en el desarrollo de masas madre naturales, recibe cada año a 200 aprendices. Unos cuarenta de ellos participan en un programa de reorientación profesional con el objetivo de emprender su propio negocio. A la vez que empezaba este proyecto, preparaba su solicitud para acceder también al Proyecto de Transición Profesional (PTP).

El proceso de admisión en la Escuela Internacional de Panadería fue exigente: debía presentar un plan de negocios y todo el procedimiento se extendió durante un año. Gracias al PTP, Alice recibió su salario durante los cuatro meses de formación, en los que aspiraba a obtener un diploma de nivel 4, equivalente al bachillerato profesional. El programa también cubrió los 15.000 euros de matrícula

“Las semanas en la escuela eran intensas, y los fines de semana los dedicaba a entregar trabajos escritos. Mi plan de negocios fue revisado a fondo, respaldado por calendarios de producción, una tabla de financiación más precisa y una previsión a tres años. La formación es muy enriquecedora”.

De 60 a 70 horas de trabajo cada semana

En ese tiempo también realizó prácticas en panaderías. Tras obtener el diploma, tuvo la fortuna de encontrar rápidamente un local buscando entre panaderos ecológicos. Antes de dar el paso, pasó casi tres meses trabajando con un artesano del distrito 18 que buscaba traspasar su negocio. “La tienda, con su espacio abierto en el taller de producción, se ajustaba a lo que buscaba, y esta fase de prueba confirmó mi decisión de compra”, cuenta la joven, que en ese momento trabajaba a las órdenes de Kenta, gerente de producción del anterior propietario.

Consiguió un préstamo de 180.000 euros a siete años a través de la cooperativa bancaria NEF, que financia proyectos con impacto ambiental o social positivo. Además, obtuvo un préstamo sin intereses de 20.000 euros de la asociación Paris Initiative Entreprise (PIE). En junio de 2024, estaba lista para abrir su panadería artesanal, La Lune des moissons. Tras un inicio prometedor, en octubre contrató a un vendedor a tiempo parcial. Cuando finalicen sus prestaciones de France Travail, Alice podrá empezar a pagarse un salario. “Me gustaría que fuera equivalente al de mi jefe de producción, pero no es seguro. En cualquier caso, ¡el modelo funciona!”, afirma con alegría.

Con la llegada del nuevo curso escolar, planea incorporar a un aprendiz. A largo plazo, aspira a alcanzar un sueldo similar al que percibía en Greenpeace, sin renunciar a tener tiempo para sí misma. Actualmente, Alice trabaja entre 60 y 70 horas a la semana. “¡Pero he encontrado el equilibrio entre las tareas manuales y un poco de gestión!”, afirma con alegría.

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