Con 8 años, Juan Cruz llevaba ya tiempo demostrando un potencial fuera de lo normal. Antes de conseguir el diagnóstico de altas capacidades, su día a día en el colegio era una ‘tortura’ tanto para él como para sus padres. Desde el primer momento, su madre Emilia Casas estaba convencida de que su hijo debería ir un par de cursos por delante que el resto de sus compañeros. Y ahí comenzó una ‘lucha’ contra maestros, compañeros, familias y el sistema educativo.
Los informes psicológicos que le realizaron en salud mental revelaron que podía avanzar académicamente. “El sistema no está preparado para ellos”, aseguró su madre, porque además de sus problemas académicos, sufría acoso escolar por parte de sus compañeros, “golpeaba puertas, sufría angustia y frustración”. Como informa Cadena3, fue la insistencia de su madre la que consiguió que el equipo directivo del colegio adelantase dos cursos al niño. “Fue un camino complicado, plagado de diagnósticos erróneos, nos cerraron puertas y me encontré una burocracia que parece diseñada para desalentar”, señaló Emilia Casas.
Cuando estaba en el jardín de infancia, Juan era un niño feliz que socializaba y jugaba con los compañeros. Pero, al poco tiempo, cuando empezaron a enseñarle a leer y escribir arrancaron los problemas. Lo primero que le dijo la psicóloga es que tenía dislexia, pero su familia no estaba conforme.
Entonces le llevaron a un centro especializado en altas capacidades donde no tuvieron ninguna duda. “Fue una magnífica noticia aunque el sistema no está preparado”.
Castigos, horario reducido y un acompañante terapéutico
El colegio al que asistía el niño de 8 años no estaba preparado para ellos, ya que carecía de recursos especializados. Los profesores no le entendían y trataron de que encajase a la fuerza entre sus compañeros. Le castigaban cuando su conducta no era la esperada, recortaron su horario y le pusieron una ‘sombra’, esto es, un acompañante terapéutico.
El colegio dudaba del diagnóstico y pidieron a sus padres más pruebas. “Piensan que todo el que tiene altas capacidades va a resaltar en el colegio pero no es así, sino todo lo contrario, porque en nuestro caso, Juan es el rebelde y el que rompe los esquemas”.
La pelea llegó más allá y Emilia Casas llegaron hasta el Ministerio de Educación donde entregaron toda la documentación y pidieron que se adelantase dos cursos a su hijo. Al final, consiguieron que pasase un curso por delante de sus compañeros y es el primer niño que lo ha conseguido en Córdoba (Argentina).
“Los maestros no están preparados para detectar altas capacidades”
La familia ha denunciado en el medio antes citado que la mayoría de los docentes que han conocido no tienen la formación necesaria para la detección precoz de altas capacidades y que en muchos casos confunden los síntomas con los de la dislexia o el TDAH. “No es una bendición sino una fuente de sufrimiento cuando no se sabe tratar, ellos lo pasan mal en el cole”.
Ahora, un curso por delante, Juan está aprendiendo robótica y programación y avanza creando pequeños videojuegos de Roblox. “En esto siempre quiere saber más y nadie le frena, además hay algunos temas en los que aprende por sí sólo”.
La historia de Juan Cruz es una excepción lograda a fuerza de lucha, donde las instituciones no han colaborado demasiado. Miles de niños pasan por esta situación “esperando que el sistema deje de castigarlos por ser diferentes”.