Una limpiadora de hotel con 29 habitaciones al día, sin pelos en la lengua sobre su sueldo: "Nos pagan 1,50 euros por cada una"

Hasta un 95,9% de las camareras de piso sufre síntomas físicos y psíquicos, siendo uno de los sectores con menos protección

Vania Arana |La Sexta | Noticias Trabajo
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Si nos hablan de hostelería y empleo ya nos suena a trabajo precario y bajos sueldos, ya que desde hace muchos años se trata de uno de los sectores menos retribuidos y con peores condiciones laborales en España. Aunque todo el mundo piensa en los camareros y cocineros, existe también un empleo dentro de la hostelería más oculto pero que puede ‘superar’ incluso en precariedad al clásico trabajo en restaurantes: el de camarera de piso o limpiador de hoteles.

Vania Arana, portavoz y presidenta del sindicato Las Kellys Cataluña, hablaba sin tapujos en una reciente entrevista en La Sexta sobre las condiciones laborales que sufren las camareras de piso, impresionando a todos los espectadores presentes.

Esta mujer, que procede de Trujillo (Perú), llegó a Madrid en 1992 con un título de profesora de secundaria que en España nunca se le llegó a reconocer. Esto fue lo que la empujó a llevar el camino que sigue actualmente, aceptando el trabajo que desempeña actualmente y siendo la cara visible de una de las batallas laborales más ignoradas (y urgentes) del sector turístico como es el de las limpiadoras de hotel, ya que tienen salarios y condiciones de trabajo incluso peores que las limpiadoras de casas.

"Una cerveza puede costar más de lo que yo cobro por limpiar una habitación".

Las limpiadoras cobran entre 1 y 1,50 euros por habitación

Arana habla de las cifras que cobran estas trabajadoras sin temor a represalias y alarmando por lo pobre que son en la mayoría de casos: entre 1 y 1,50 euros por cada habitación puesta a punto, en unas jornadas laborales que pueden llegar hasta las 29 habitaciones diarias y sueldos que apenas alcanzan los 820 euros mensuales en total.

Estas cifras no hacen, sino, dejar a las claras, que el mercado laboral para las camareras de piso invisibiliza, castiga y rompe a mujeres que lo dan todo por sostener el brillo del turismo español, mientras sus derechos se apagan.

Un sueño: dignificar el trabajo de las limpiadoras

Antes de ser "la jefa de Las Kellys", Vania cuidaba a mayores. Pero su primer día terminó con la muerte del anciano a su cargo. Fue entonces cuando pasó a limpiar casas hasta que surgió una oportunidad laboral en Andorra. El empleo en un hotel fue donde empezó su andadura en el mundo de las camareras de piso.

Estuvo trabajando en hoteles de Cataluña a través de ETTs (Empresas de Trabajo Temporal) desde 1996, cogiendo experiencia, formación y, también, importantes decepciones laborales. "Me formé en hostelería, hice cursos, incluso empecé Filología en la UNED… yo quería ser maestra", recuerda. Aquel sueño no prosperó, pero otro tomó fuerza: dignificar el trabajo de quienes, como ella, limpian sin descanso.

La conciencia sindical de Vania comenzó a forjarse durante un embarazo complicado. "La ETT me dejó tirada. Me hicieron firmar una baja voluntaria", recuerda. Aquel episodio marcó el inicio de una larga sucesión de abusos: acoso laboral, depresión y abandono por parte de las instituciones. Sin embargo, también despertó en ella una fuerza colectiva. Junto con otras compañeras, Vania empezó a organizarse.

En 2014 es cuando llegó su punto de inflexión, justo cuando una reconocida cadena hotelera de Barcelona despidió a varias camareras de piso y sobrecargó de trabajo a las que permanecieron. "Limpiábamos 30 habitaciones, sin descansos, sin comer, sin beber. Nos perseguían. Querían que renunciáramos por agotamiento". No lo consiguieron, además de no renunciar, fueron a presentar una demanda.

La primera gran victoria

La denuncia contra el hotel no solo derivó en un acuerdo extrajudicial: supuso un antes y un después. Las trabajadoras despedidas fueron readmitidas y se logró la internalización de toda la plantilla, incluso de quienes no participaron en la demanda. “Fue un momento de euforia. Demostramos que sí se puede”, afirma Vania con orgullo.

A partir de entonces, Las Kellys se consolidaron como un colectivo imparable. Surgidas en redes sociales en 2014, se constituyeron como asociación en 2016 y, dos años después, en sindicato. Hoy tienen presencia en ocho territorios y se han convertido en un referente internacional dentro de la lucha feminista y laboral.

Más allá de reclamar mejores salarios, su principal objetivo es combatir la externalización, una práctica legal que permite a los hoteles contratar personal de limpieza a través de empresas externas, reduciendo costes… y derechos. "La ley dice que no se puede subcontratar la actividad principal. Limpiar habitaciones lo es. Pero nadie hace nada", denuncia Arana.

Las consecuencias de este modelo son graves: lesiones musculares, ansiedad, consumo crónico de medicación y depresión. Según datos de Comisiones Obreras, el 95,9% de las camareras de piso presenta síntomas de ansiedad y cuatro de cada diez muestran indicios depresivos. “Somos un colectivo enfermo. Vamos a trabajar con fajas, tobilleras, pastillas para el dolor”, lamenta Vania.

La Ley Kelly, una promesa incumplida

El Gobierno de España se comprometió con el colectivo. "Nos dijo que estaba con nosotras. Le decimos: cumpla. Saque la bendita Ley Kelly", reclama Arana. Esta normativa, impulsada desde hace años, busca eliminar la externalización, reconocer las enfermedades laborales y garantizar la jubilación anticipada para el sector.

Pero la ley sigue bloqueada en el Parlamento. Mientras tanto, Las Kellys acumulan lesiones… y frustración.

En 2018, el Parlamento de Cataluña aprobó el sello de calidad Kelly, diseñado para distinguir a los hoteles que respetan los derechos de sus trabajadoras. Fue un logro simbólico… que nunca se aplicó. "Nos dijeron que no lo desarrollarían. La patronal presionó y se paró todo", denuncia Vania.

Cansadas de la inacción institucional, Las Kellys decidieron dar un paso más y están creando su propia central de reservas. Un buscador que solo incluirá hoteles que respeten los derechos laborales. "Mucha gente nos pregunta dónde alojarse sin pisotear derechos. Queremos dar esa respuesta", explican.

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