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Una mujer se muda con su familia a la casa heredada de su madre y sus vecinos de 80 años les espían y hacen la vida imposible: la han denunciado 15 veces en 4 años

Hereda la casa de su madre y una guerra interminable con un matrimonio de jubilados que vigila a la familia y no para de quejarse porque tienen el césped demasiado alto o hacen barbacoa en el jardín.

Una pareja de jubilados espiando tras un muro
Una pareja de jubilados espiando tras un muro |Envato Lab
Lucía Rodríguez Ayala
Fecha de actualización:
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En muchas ocasiones, heredar una vivienda se presenta como una oportunidad para acceder a una casa para muchos en la que establecer un nuevo hogar. Pero esta oportunidad puede tornarse como un ‘regalo envenenado’ y es lo que le ha tocado vivir a una mujer de 33 años que tras heredar la casa de su madre y mudarse junto a marido y sus dos hijos descubrió la que sería la mayor amenaza a su tranquilidad, una pareja de vecinos jubilados de entre 70 y 80 años con los que siempre están en conflicto. 

Según ella misma explica a través de Reddit, en los 4 años que llevan viviendo en la casa, esta pareja de vecinos los han denunciado más de 15 veces, por motivos como tener el césped demasiado alto, malas hierbas o hacer barbacoa en el jardín. “Lo más loco es que han llamado a la policía porque había llovido y no habíamos podido cortar el césped”, explica relata entre indignada y resignada.

El enfrentamiento con esta pareja de jubilados viene de lejos, y es que en su día fueron amigos de sus padres, pero tras un divorcio y una serie de malentendidos se enemistaron. Una década después es su hija la que sufre el odio vecinal de la pareja, que han convertido la vigilancia, las quejas y el llamar a la policía en una rutina. 

Unos vecinos que lo vigilan todo, pero no alertan de los intentos de robo

La actual propietaria explica, que aunque los vecinos son rápidos a la hora de llamar a la policía por cualquier detalle, no lo hacen cuando realmente importa y se trata de ayuda. Y es que cuando la familia sufrió un intento de robo de su coche, los jubilados miraron para otro lado. 

Lo vieron todo y callaron hasta que la policía fue alertada por la propia familia. “Para las margaritas, te llaman a la policía. Para un robo, ni una palabra”, resume la afectada.

Cansados de vivir bajo vigilancia, la familia ha optado por una solución radical, van a levantar una valla mucho más alta, opaca, y con cámara de seguridad para cortar la relación tóxica de raíz. Todo con permisos en regla y el visto bueno de la policía, que según cuentan, ya está harta de tantas llamadas por “problemas” imaginarios.

“La sorpresa va a ser épica cuando vean que ya no pueden espiar nuestro jardín”, cuenta la propietaria.