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Juan, 51 años, sin techo que murió en la calle por defender a su mejor amigo: “cuida de mi perro”

Un hombre que vivía en la calle porque no tenía trabajo ni cobraba ninguna ayuda económica, falleció tras negarse ir a un albergue donde no podía entrar su mascota.

Un hombre abrazado a su perro
Un hombre abrazado a su perro |Archivo
Berta F. Quintanilla
Fecha de actualización:
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Juan, de 51 años, un hombre sin techo que dormía en las calles de Mendoza (Argentina) falleció por no querer abandonar a su mejor amigo, su perro Sultán. Aunque intentó que le dejasen alojarse con el animal en un albergue, la respuesta era siempre la misma: no se admitían mascotas. Y él no tenía dónde ir porque no trabajaba, pero tampoco recibía ninguna ayuda económica o prestación por desempleo, así que tenía que pasar sus días en la calle, como informa Los Andes.

El problema, sobre todo, lo tenía por las noches cuando hacía más frío. Su mejor amiga, Carmen Navarro, que trabaja como limpiadora en un centro de Salud y tiene 60 años, hizo todo lo posible por convencerlo para que se marchase a un albergue cuando empezó a ponerse enfermo. “No dejó nunca sólo a Sultán, por quien prefería no ir a un refugio, ya que le negaban la entrada si iba con él y cuando le dijeron que debía ir a un hospital, en principio tampoco quiso porque no quería abandonar al animal”.

“Siempre estaba con su perro, hasta que comenzaron las noches más frías. El día 26 de mayo (invierno en Argentina) cuando le encontré le ví bastante mal, estaba con un colchón muy fino, una colcha que no abrigaba apenas nada y los ojos llenos de legañas”. 

Su amiga comenzó a insistirle para que fuese a un hospital, ya que se dio cuenta de que le costaba incluso mantenerse en pie. “Trataba de sentarle, pero no podía, le decía que se fuese al hospital, que yo me quedaba con el perro, pero no quería”.

El perro se quedó al cuidado de su amiga, y no dejaba de llorar

Cuando Juan se marchó en ambulancia al hospital, María le prometió llevarse al perro a su propia casa. “Sultán no paró de llorar cuando se dio cuenta de que no le veía, la fidelidad era mutua”. Al dejarle en la sala de espera del hospital, su amiga se despidió y él le dijo “cuídame al perro”.

“Tengo varios animales, que he recogido de la calle, le puse una casita y le llevé el colchón de Juan para que no le echara de menos”. A la mañana siguiente, fue a buscarle a la entrada del centro de salud, donde solía acostarse. Pero no estaba. Preguntando se enteró de que estaba bastante grave, en cuidados intensivos.

Supo que tenía un hijo, pero vivía en la calle también y no pudo localizarlo. El día 4 de junio la llamaron por teléfono para decirle que Juan había muerto. “Me dio mucha pena, porque al final también murió sólo”.

“Es necesario contar esta historia porque dio la vida por su perro”

Ahora, el perro, está durmiendo en casa de María, que ha señalado en el medio antes citado que “estaba obligada a contar esta historia porque dio la vida por su perro”. Eso le recuerda que hace pocos días recogió una gatita que alguien lanzó por la ventanilla de un coche. “Es llamativo cuando comparas su actitud con la que tienen otros que sí disponen de recursos”.

Finalmente, dio al perro en adopción a una familia que conocía. “Le dije a Juan que iba a cumplir la promesa que le hice, que Sultán tuviera un hogar”.  

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