Cuando se vive en una comunidad de vecinos, en ocasiones surgen conflictos por la presencia de animales, el ruido, los olores o la percepción de molestias que pueden tensar relaciones rápidamente. Pero cuando estos problemas involucran animales de apoyo emocional, la disputa puede convertirse en un asunto legal de derechos y discriminación. Ese fue el caso de dos exvecinas de un edificio de viviendas de Nueva York, cuya disputa por los loros de una de ellas terminó en un acuerdo de 750.000 dólares (casi 640.000 euros) y en la ruptura de su amistad.
Según la información recogida por medios como la revista People o New York Times, las dos mujeres eran amigas desde 1999, cuando una de ellas se mudó al apartamento justo al lado de la otra en Manhattan. En aquel entonces, una de las amigas ya vivía con dos loros. Con los años, la relación de vecindad se mantuvo hasta que la llegada de un tercer loro en 2015 generó tensiones por el supuesto ruido que este y los otros pájaros producían.
Por este motivo fue denunciada ante la junta directiva del edificio y ante las autoridades municipales, y es que según su amiga y vecina, los chillidos de los loros atravesaban las paredes y perturbaban su tranquilidad. “Están gritando y chillando todo el día, toda la noche y en mitad de la noche”, escribió en una de sus quejas. Las autoridades llegaron a inspeccionar el apartamento en repetidas ocasiones, pero el Departamento de Protección Ambiental de Nueva York no encontró infracciones de ruido ni se hicieron mediciones objetivas de decibelios.
Un proceso que termina en demanda y acuerdo millonario
Para la propietaria, los loros eran algo más que mascotas, eran animales de apoyo emocional esenciales para su salud, y nunca hubo problemas hasta que la vecina presentó su queja formal. A pesar de ello, en mayo de 2016 los responsables del edificio iniciaron un proceso de desalojo por supuesta violación de las normas de convivencia. Esta acción, según la Fiscalía de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York, fue una represalia por las quejas de y una negación injustificada de los derechos de la de la dueña de los loros como persona con discapacidad.
En mayo de 2018, presentó una denuncia ante el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), alegando que el intento de desalojo violaba sus derechos bajo la Ley de Equidad en la Vivienda (Fair Housing Act). La junta del edificio incluso rechazó un comprador para el apartamento por 467.500 dólares (casi 400.000 euros), lo que la fiscalía interpretó como otra forma de represalia por ejercer sus derechos.
Aproximadamente tres años después, se encontró causa probable de que la junta del edificio había violado la ley. El caso llegó a tribunales federales y, finalmente, en agosto de 2024, la Fiscalía anunció un acuerdo de conciliación de 750.000 dólares (640.000 euros). De esa cifra, 165.000 dólares (140.000 euros) correspondieron a daños, y 585.000 dólares (unos 500.000 euros) se destinaron a la compra de las acciones del apartamento, compensándola por la pérdida de su vivienda.
“Es el resultado más importante obtenido por el Departamento de Justicia para una persona con discapacidad cuyo proveedor de vivienda le negó el derecho a tener un animal de asistencia”, declaró el fiscal Damian Williams, subrayando que este fallo debería hacer que los proveedores de vivienda revisen sus políticas para cumplir con la ley federal.
Tras dejar el edificio, la mujer se mudó a una casa en el norte del estado de Nueva York, donde vive con sus loros, lejos de las tensiones que marcaron sus últimos años en Manhattan. “Tengo una enfermedad mental, ¿y saben qué? Es una enfermedad, y no la elegí”, declaró al New York Times. “Pero esos pájaros me han mantenido con vida”.

