La reforma laboral ha cumplido dos años. Aprobada el 28 de diciembre de 2021, y puesta en vigor tres meses después (el 30 de marzo de 2022), la normativa nació con un objetivo muy claro: reducir la alta tasa temporalidad que ha padecido sistemáticamente España. Para ello, pretendían aumentar los contratos indefinidos, limitar los temporales y fomentar el uso de los fijos discontinuos. Pero, con estos cambios, ¿se ha conseguido reducir la precariedad laboral en el mercado de trabajo? ¿Ha sido tan eficaz para reducir el número de trabajadores temporales?
Un estudio publicado por FEDEA, el pasado mes de diciembre, avanza que si bien la reforma ha demostrado ser muy eficaz en la reducción de la tasa de temporalidad “contractual”, no parece haber sido tan eficaz en la mitigación de la precariedad o inestabilidad laboral o en la reducción de la tasa de temporalidad “empírica”. Es cierto que la estrategia de la reforma laboral, impulsada por Yolanda Díaz, ha restringido drásticamente los contratos de duración determinada (o temporales), pero sin variar la flexibilidad de los contratos indefinidos ordinarios.
Sí, se ha fomentado el uso de los contratos fijos indefinidos, pero, como advierte Fedea, estos muestran menos estabilidad. Aunque están etiquetados como indefinidos, y hasta ahora así se recogen en los datos del paro, no ofrecen el mismo nivel de seguridad laboral que los contratos indefinidos tradicionales. El único aspecto positivo de esta modalidad es que se producen episodios de actividad e inactividad bajo un mismo contrato, por lo que se establece un vínculo entre empresa y trabajador que antes no existía.
Más contratos indefinidos, pero de menor duración
Según datos de la EPA, que recoge un estudio de CC.OO, la reforma laboral ha provocado entre 2019 y 2023 un importante descenso de los trabajadores con contrato temporal (-1,3 millones) y un fuerte aumento de los contratos indefinidos (+2,4 millones), principalmente de carácter ordinario (+2,1 millones). Desgranando estas cifras, 79 de cada 100 asalariados son indefinidos ordinarios, 4 de cada 100 son fijos discontinuos y los temporales suponen 17 de cada 100.
Los últimos datos del paro del 2023, correspondientes al mes de diciembre, también evidenciaron un efecto positivo: la tasa de temporalidad de la afiliación a la Seguridad Social, tras los dos primeros años, continúa en mínimos del 14%, cuando antes de la reforma se situaba alrededor del 30%. Aquí destaca la reducción de la temporalidad en los jóvenes menores de 30 años, que se mantiene en el 22% cuando antes de la reforma era del 53%. Al mismo tiempo, cabe destacar que la afiliación se ha mantenido en los últimos meses por encima de los 20 millones de afiliados, una cifra alta que demostraría que la conversión de indefinidos no merma la creación de empleo.
La eficacia de la reforma laboral en la lucha contra la temporalidad es clara, incluso durante el período de transición previo a su plena aplicación, pero Fedea también apunta a un factor clave: aunque ha aumentado el número de contratos indefinidos, la duración de estos ha disminuido. Esto es, se hacen más contratos fijos, pero estos duran menos: “El artículo, muestra, por un lado, que ha aumentado la conversión de trabajadores temporales en indefinidos (tanto en el contrato indefinido ordinario como en el fijo discontinuo). Pero, por otro lado, encuentra un aumento de la mortalidad de los contratos indefinidos ordinarios tras la reforma”.
El estudio también apunta a un factor muy importante, que es el hecho de que el mercado laboral español tiene unos patrones muy marcados: se contratan los lunes para despedir los viernes; se contrata solo los fines de semana; y se contrata el primer día de mes para despedir el último. Atendiendo a estas series temporales, y comparando las anteriores a la reforma y las posteriores, Fedea no encuentra “diferencias estadísticamente grandes entre ellos, excepto por una disminución de la destrucción de empleo a final de mes, que se ha reducido”. Es algo que se puede observar en los siguientes gráficos:
De ese modo, se observa que estas “fricciones episódicas”, reflejadas en los efectos de calendario, parecen haberse transferido directamente a los nuevos tipos de contratos de duración determinada, que habrían absorbido la volatilidad de la creación y destrucción de empleo que antes solo se concentraba en los contratos temporales.
Conversión de los contratos temporales en indefinidos
El aumento de la contratación indefinida, según Fedea, no ha supuesto una mejora de la estabilidad en el empleo. ¿Cómo es posible? Como se muestra en las siguientes gráficas, la combinación de contratos indefinidos (ordinarios y fijos discontinuos) replica de forma similar las pautas diarias de creación y destrucción de empleo de los contratos temporales que se prohibieron con la reforma laboral, en la línea de las “fricciones episódicas” comentadas anteriormente.
Uso fraudulento del periodo de prueba
En referencia a la mortalidad de los contratos indefinidos, ya que su duración ha bajado, hay un punto muy importante: tras la reforma laboral, ha aumentado el número de contratos indefinidos ordinarios que se acaban durante el periodo de prueba. No es casualidad que durante este periodo las empresas no tienen la obligación de justificar la extinción del contrato ni abonar la indemnización por despido.
Así se refleja también en un informe de la Confederación General de Trabajo (CGT), que mostraba que estos ceses han pasado de un 5% (antes de la reforma) a suponer entre un 20% y un 25%. Datos de la Seguridad Social, consultados por ‘El País’, lo confirman: en los 10 primeros meses de 2023, se han dado de baja a alrededor de 825.000 trabajadores en esta situación.
Unos datos que llevan a pensar que el periodo de prueba se podría estar utilizando de forma fraudulenta para camuflar contratos temporales como indefinidos. Esto pasaría especialmente en las empresas que contratan trabajadores de baja cualificación. Al respecto, como de ser así se estaría haciendo un uso fraudulento del contrato indefinido, se podría reclamar. Y a raíz de ahí también se ha visto un aumento reseñable de las reclamaciones para declarar despido nulo o improcedente en estos casos.
Mejor medida aplicada hasta el momento
A pesar de los puntos débiles desgranados, el estudio de Fedea concluye que la reforma laboral de 2021 ha sido “la política de mayor éxito en la lucha contra la naturaleza dual del mercado laboral español, atrayendo incluso la atención de otras naciones europeas que se enfrentan a retos análogos”.
Como se detallaba al principio, el principal hallazgo es que la reforma ha demostrado ser muy eficaz para reducir la tasa de empleo temporal “contractual”, aunque no tanto para mitigar la inestabilidad laboral o reducir el empleo temporal “empírico”. Para conseguir esto último, los autores del estudio detallan que se debería de haber producido un aumento de la flexibilidad de los contratos indefinidos, incluidos los ordinarios.
En este sentido, el informe añade que si antes el número de contratos temporales funcionaba como el principal indicador para medir la precariedad laboral en los países con un mercado de trabajo dual, ahora hay que buscar otras formas de medir este aspecto, que vayan más allá del tipo de contrato, como puede ser la duración de los mismos. También incide en que habrá que esperar unos años para estudiar al completo el impacto de la reforma laboral y ver si se consolidan o no las tendencias mostradas.
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