La plantilla del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) está al borde del colapso. Mientras estos trabajadores no dan abasto, los ciudadanos se las desean para conseguir una cita con la que acudir a sus oficinas. Las colas para ser atendidos son ya un habitual, al igual que los múltiples intentos para que alguien les coja el teléfono. Y es una situación gravísima teniendo en cuenta que hay un colectivo en situación de vulnerabilidad dependiente de las prestaciones y subsidios por desempleo que gestiona este organismo.
En estas circunstancias, un anuncio el 16 de mayo parecía poner remedio a esta dramática situación: se habían adjudicado los destinos de las 1.012 plazas pendientes del concurso-oposición correspondiente al proceso de estabilización de esta administración. Pero tiene su letra pequeña: no significa que se hayan contratado a 1.012 empleados más para trabajar en el SEPE. De hecho, no ha sido así.
Estas plazas corresponden a un “proceso de estabilización”, pero la realidad es que han echado a cientos de trabajadores para que entren nuevos. Solo un 25% de ellos volverá a trabajar en el organismo como funcionarios, tras aprobar la oposición de estabilización junto a las personas ajenas al organismo que se presentaron. Un 75% de los interinos que trabajaban en el SEPE, ha ido a la calle. La administración se ha desprendido de sus trabajadores más experimentados en un momento como el actual, cuando se necesitan más que nunca.
“No han metido efectivos en el SEPE. La realidad no es que hayamos entrado 1.012 personas, es que han salido 1.012 para que entremos nosotros”, son las palabras de una de las opositoras que ha conseguido plaza y que juró su cargo la semana pasada, Cristina, después de un largo proceso: desde que se examinaron en febrero de 2022, no fue hasta el 16 de mayo de 2023 que se le adjudicaron sus plazas con destino.
Ahora, tienen un mes para incorporarse a la oficina que les ha tocado, aunque tengan que mudarse y trasladarse a la otra punta del país. Coincide en la temporada de verano, donde los alquileres incluso se triplican. Una situación que se agrava todavía más en el caso de los funcionarios con hijos. Sin embargo, es solo la punta del iceberg. Cristina ha querido alzar la voz para explicar desde dentro a ‘Noticiastrabajo’ un problema que sacude a todas las administraciones estatales: la interinidad en España.
El mal planteamiento de la “estabilización” en España, común en toda la administración
En un proceso de estabilización, se podría entender que los trabajadores interinos que llevan años y años en un puesto sin ser fijos, van a conseguir consolidar su plaza. Pero, en la práctica, a lo más que pueden aspirar es a tener más facilidades que el resto de opositores para hacerse con una de las plazas convocadas, aunque no es algo que se cumple en todas las convocatorias.
En el caso de las oposiciones del SEPE, es cierto que los interinos tuvieron la ventaja de obtener más puntos en la fase de concurso, pero esto no les garantizaba consolidar su plaza. Como se ha visto, un 75% no lo ha conseguido. Hay interinos que, llevando más de 10 años en un mismo puesto, han sido cesados. El 25% que sí ha conseguido obtener plaza, ni quiera ha tenido que ser en su anterior puesto, algo que critica esta funcionaria: “Se ofertaron puestos que llevaban mucho tiempo ocupados por interinos de larga duración, lo que no significaba que ese interino se quedara en su puesto”. Tampoco en su comunidad de residencia.
“Ahora vete a zonas de playa. A Valencia o a Tarragona, que ganamos 1.100 euros de media. No es que te puedas permitir grandes cosas”, nos comenta Cristina que, al menos, ha tenido la suerte de conseguir su plaza en la misma ciudad donde vive. “Si me hubiera tocado fuera de Madrid, me hubiera ido sola (sin sus hijos y su marido), a compartir una casa. De hecho, elegí los destinos pensando en quién me podría dejar dormir en su casa una temporada”. No es una excepción. Nos cuenta que sus compañeros, y otros opositores ahora funcionarios, se están movilizando por provincias para compartir piso entre ellos.
El caso de Cristina ejemplifica a la perfección que, sin haber trabajado nunca en una Administración del Estado, se puede conseguir un puesto por delante de personas que llevan una década o más prestando sus servicios para la misma: “Yo nunca en mi vida había trabajado en el Estado. Pero hice muy buen examen”.
Se muestra contundente porque, aunque ella haya resultado beneficiaria de este proceso, lo ve injusto: “Han vendido que era una estabilización para los interinos de larga duración, pero al final no ha sido real. Han podido entrar personas de fuera, entre ellas yo”.
También tiene sus propias consecuencias para el funcionamiento de la administración. Hay que tener en cuenta que, con el cese de estos interinos que se han quedado sin plaza, se está perdiendo dinero en formación, “es gente que ha costado dinero”. No puede encontrarle sentido al hecho de que se tenga a una persona años y años en un puesto, enseñándole, para después echarlo. No entiende cómo puede pasar tanto tiempo y que no se conviertan en empleados fijos: “Pensemos en una empresa privada. Tienes a alguien durante 15 años, que te funciona, en la que te has gastado dinero en formar, ¿te merecería la pena echarla por meter a alguien nuevo que no tiene ni idea?”.
Recalca, de nuevo, que es su caso, “no tengo ni idea de lo que son las prestaciones”. Junto a ella, nos explica que entran a su oficina cinco personas más. Y esto también implica otro problema: si han cesado a tantos trabajadores, ¿quiénes están en las oficinas de empleo? ¿Quiénes les van a enseñar? “Se supone que nos van a dar un curso en junio”. Y todo coincide, recordamos, en un momento de colapso: no se atiende a la ciudadanía, la demanda no deja de crecer, y esos pocos empleados ahora tienen que formar también al personal que se incorpora. Se ha prescindido de personal cualificado con experiencia en un momento extremadamente delicado.
El drama de los interinos: años y años sin consolidar su plaza
Cristina no solo ha sido testigo, sino que conoce los problemas de la interinidad en su propia piel. Llevaba 16 años de interina, 13 de ellos en el mismo puesto, en un organismo público de la Comunidad de Madrid: “Realmente mi plaza es esta”. Por muy bien que se sintiera en su trabajo, buscaba cada convocatoria de empleo público en la que se podía presentar para conseguir un empleo fijo. No podía ser interina para siempre, necesitaba estabilidad laboral.
“Todos hemos ido presentándonos a lo que podíamos. ¿Qué hago yo? 47 años, madre de dos hijos, licenciada en Ciencias Químicas y 16 años en la administración. ¿Quién me contrata?”, son las preguntas que lanza impotente.
Su queja sobre el sistema actual es clara, entendiendo que, si se trata de un proceso de estabilización, lo más normal es que estabilizaran plazas como la suya. “Se les exigen cosas a las empresas privadas que ellos no hacen. Que te tengan a ti más de tres años sin convertirte en indefinido. Es inviable”. Es el testimonio de una interina, ahora funcionaria, que conoce el problema de las administraciones públicas en todas sus etapas.
La guinda final: nuevos interinos para reforzar el SEPE
El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) volverá a contratar interinos para reforzar su plantilla, optando de nuevo por la contratación temporal. Lo hace con la autorización del Ministerio de Hacienda y Función Pública cuando tiene a 277 opositores del Cuerpo de Gestión de la Administración del Estado (A2) sin adjudicarle sus destinos. Esta espera, a su vez, tiene en vilo a cientos de interinos que correrán la misma suerte que los anteriores del grupo C2: muchos de ellos serán cesados. Es lo que está ocurriendo en la administración: cesan a interinos experimentados para contratar a otros nuevos.
ACLARACIÓN: A lo largo del texto, se hace alusión a Cristina, la funcionaria con la que ha podido hablar ‘Noticiastrabajo’. Sin embargo, no es su nombre real, utilizándose esta identificación para proteger la identidad de la misma.
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