En España, el sector de la limpieza sigue siendo uno de los más feminizados, precarios y socialmente infravalorados, pese a ser esencial para el día a día de miles de hogares. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, alrededor de medio millón de personas se dedican profesionalmente a estas tareas, en su mayoría mujeres y muchas de ellas extranjeras, que encadenan jornadas por horas para poder llegar a fin de mes.
Lorena, que vive en Madrid, lleva tres años en España y ha trabajado en distintos oficios: cuidado de niños, atención a mayores, dependienta y, ahora, limpieza doméstica. Desde su cuenta en TikTok, donde comparte su rutina laboral, muestra la realidad de un trabajo que combina flexibilidad horaria con inseguridad económica.
“No es fácil conseguir esos primeros clientes, pero si haces bien las cosas, los mantienes”, cuenta. En su caso, combina diferentes viviendas: en algunas va dos veces por semana durante dos horas, y en otras una sola vez por tres o cuatro, dependiendo de las necesidades del cliente.
“Las limpiezas las pagan por horas”
La mayoría de las veces realiza una limpieza general, sin llegar a la limpieza a fondo, aunque hay ocasiones en que le piden tareas puntuales: limpiar cocinas, baños o ventanas, lo que implica más tiempo y un pequeño aumento en la paga, aunque “eso depende de cada clienta”, explica.
Su jornada habitual empieza sobre las 8:30 de la mañana, cuando deja a su hija en el colegio, y termina hacia las 2 de la tarde, hora en la que puede recogerla. Señala que “es una de las ventajas, puedo organizar las horas según me convenga”.
Cinco horas de trabajo y 50 euros
En uno de sus vídeos, Lorena graba su mañana completa. “Hoy viernes, hasta las dos y media de la tarde estaré trabajando”, dice al empezar. A las 9:20 comienza la primera casa: dos baños, tres habitaciones, un salón y una cocina amplia. Tiene una rutina clara. Primero la cocina, luego el salón, después las habitaciones, todo en el mismo orden para optimizar el tiempo.
Tras tres horas, sale rumbo a la segunda vivienda. Afuera llueve y hace frío. En el camino apenas puede comer un bizcocho antes de continuar. “No me dio tiempo de sentarme”, comenta. Termina a las 2:20 de la tarde, agotada. Cinco horas de trabajo por 50 euros.
Su rutina diaria refleja la realidad de muchas trabajadoras del hogar en España: oficios esenciales, pagados por horas y sin apenas reconocimiento, pero que permiten mantener un equilibrio entre la vida laboral y familiar para algunos trabajadores.
