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Un jefe de obras es despedido por incitar a sus compañeros a beber alcohol: "Debería haber comprado agua, no cerveza"

El Tribunal confirma el despido tras la reclamación del gerente por despido inválido.

Dos trabajadores bebiendo en el trabajo
Un jefe de obra bebe en horario laboral. |Envato
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Un jefe de construcción ha sido despedido por comprar cerveza y motivar a sus trabajadores a beber alcohol en horario laboral. A pesar de que el trabajador reclamó a su empresa más de 40.000 euros por despido improcedente o inválido, el Tribunal ha confirmado el despido.

Todo comenzó un 2 de junio de 2020, con un sol que pegaba fuerte en una obra de un supermercado especializado en productos frescos en Charente (Francia). El señor F., jefe de obra en una empresa de movimiento de tierras, tenía muchísima sed y salió varias veces con su coche de empresa para comprar paquetes de cerveza, que luego repartió entre su equipo… en plena jornada laboral. A la hora de comer, sacó una botella de Ricard de su nevera portátil y sirvió unos aperitivos a los trabajadores, según recoge el medio Le Figaro Emploi.

Unos días más tarde, el 11 de junio, el mal tiempo impidió que el equipo saliera a la obra. Mientras estaba todavía en la sede, el señor F. volvió a sacar una botella de Ricard de su nevera para tomarse un aperitivo en la cafetería, delante de otros compañeros. Esa misma semana, la empresa notó que habían desaparecido varias botellas que le habían regalado a un empleado: una de ellas apareció escondida en el armario del jefe de obra.

Fue despedido por falta grave debido al consumo de alcohol

Para la empresa, aquello fue la gota que colmó el vaso. El 25 de junio de 2020, el señor F. fue despedido por falta grave. En la carta de despido se mencionaba una clara infracción del reglamento interno, que prohibía el consumo de bebidas alcohólicas en las obras, “una prohibición reiterada en un tablón de anuncios en las instalaciones de la empresa y conocida por todos los empleados”. También se señalaba el incumplimiento de las normas básicas de seguridad: los trabajadores manejaban maquinaria pesada y camiones de varias toneladas, a veces bajo un calor sofocante, en pleno fin del confinamiento, cuando todavía estaban prohibidas las reuniones.

El 4 de noviembre de 2021, el señor F. llevó el caso ante el Tribunal Laboral de Angulema para impugnar su despido. No negó los hechos, pero intentó justificarse. Según él, el consumo de cerveza estaba permitido por el Código de Trabajo y por el reglamento interno, y solo quería compensar la falta de agua potable en la obra. En cuanto a los aperitivos con Ricard, aseguró que tuvieron lugar durante la pausa para comer, “en su tiempo libre”, y que por tanto no podían ser motivo de sanción disciplinaria.

El Tribunal de Apelación de Burdeos desestimó sus argumentos en junio de 2025. Reiteró que los descansos no se consideran tiempo privado cuando se realizan entre compañeros en el trabajo, ya que pueden tener un impacto directo en la seguridad. “Incluso durante los descansos, los hechos siguen vinculados al contrato de trabajo siempre que afecten a la seguridad de otros empleados”, explicó Henri Guyot, abogado del bufete ærige. “En este caso, no se trataba solo de una cuestión de comportamiento personal: involucró a sus subordinados, lo que constituye una circunstancia agravante”.

La ley prohíbe consumir alcohol

Por ley, el consumo de licores fuertes como el Ricard está totalmente prohibido en el trabajo. Y aunque la cerveza o el vino pueden tolerarse en algunas circunstancias, el Tribunal dejó claro que no hay justificación para que un empleado los compre para sus compañeros. "Si había escasez de agua, deberían haber comprado agua, no cerveza", dictaminó.

Los testimonios aportados por la empresa también pesaron en la decisión. Un conductor de niveladora contó que tuvo que seguir trabajando solo después de uno de esos aperitivos: “Le pedí ayuda a uno de los trabajadores para colocar un borde. Se negó porque estaba tomando un aperitivo”, explicó. Un albañil relató que esos aperitivos eran casi diarios, pero que “todo estaba limpio cuando el jefe llegó a la obra”. Para el Tribunal, estos testimonios demostraron que el señor F. “incumplió gravemente sus obligaciones profesionales”, lo que hacía imposible su continuidad en la empresa.

El jefe de obras reclamó 40.000 euros por el despido

En total, el empleado reclamó más de 40.000 euros en concepto de indemnización por despido improcedente o, en su defecto, por despido sin causa real y grave, además del pago del preaviso y la suspensión. Finalmente, no consiguió nada. El Tribunal de Apelación de Burdeos incluso fue más lejos que el tribunal laboral: revocó la indemnización de 3.677 euros que se le había concedido en primera instancia por supuestas irregularidades en el procedimiento, al considerar que no había sufrido ningún perjuicio. Así que el señor F. terminó el proceso con las manos vacías y, además, condenado a pagar 1.000 € en costas judiciales a su exempleador.

El abuso de alcohol es peligroso para la salud, consuma con moderación.