
Más que la popular frase de ‘el teletrabajo ha llegado para quedarse’ que instauró la pandemia del Covid-19 y sus legados positivos, lo cierto es que habría que reformularla para ajustarla a algo más cercano a ‘el trabajo convencional comienza a irse’. Ante este panorama una empresa ha encontrado una solución para sus empleados.
La progresiva evolución hacia métodos híbridos es la fórmula que más se está extendido una vez que las restricciones que provocaron la eclosión del trabajo a distancia ya son historia. Y son muchas las empresas que se están viendo obligadas a ello con tal de no perder talento. Así lo afirma el informe anual sobre el futuro del trabajo elaborado por la consultora JLL: el 77% de los trabajadores de recursos humanos creen que ofrecer una modalidad híbrida o a distancia será la norma.
#OFICINAS Hoy en día todo el mundo habla del teletrabajo. Pero enfocarlo de manera adecuada tiene sus retos. https://t.co/QF5XtJGzMg#getbusinessfit pic.twitter.com/rxCgaS6OTr
— JLL España (@JLLSpain) August 29, 2022
Y se aprecia, como también apunta el informe, asimismo en los números. Del 8% que esperaba no tener que ir obligatoriamente todos los días a su oficina o lugar de trabajo antes de la pandemia, al más del 50% actual que espera que la empresa para que la trabajan les ofrezca la posibilidad de trabajar, al menos, ciertos días desde casa en este 2022. Algo que se espera que esté plenamente instaurado en 2025.
¿Qué son las credenciales ecológicas?
Denominadas en inglés ‘green credentials’ en los Estados Unidos, supone otro impulso para que las empresas o negocios que aún se resisten a lo que parece inevitable acaben plegándose a modelos mixtos o puramente a distancia, siempre que la rutina laboral lo permita.
Se trata de una especie de impuesto que gravará las emisiones de carbono de los lugares de trabajo y que se espera que entre en vigor en los próximos tres años. Europa podría copiar el modelo.
¿En qué consiste "Work together" que propone la empresa Hotjar?
Esta consultora y desarrolladora de software de análisis de datos, con su modelo evidenció la cara ‘B’ del teletrabajo: la posible fragmentación y disolución de su cultura corporativa. Algunos trabajadores y el CEO de la empresa se ubicaban en su sede, en Malta, pero el resto de la plantilla se repartía por todos los rincones del mundo y no podía asistir a las reuniones presenciales semanales.
"Pasaban un 20% de su tiempo teniendo un cara a cara con el CEO en el que podían girar su silla, tocarle el hombro y hacerle preguntas" señala Ken Weary, director de operaciones en una entrevista para la newsletter de protocol. La solución no fue imponer una vuelta obligatoria a la sede presencial, si no apostar de lleno por el enfoque híbrido para todos.
Echaron el cierre a su oficina e inauguraron los ‘Work Togethers’. Una propuesta en la que cada trabajador recibe de la empresa 2.000 euros para viajar y juntarse con algún compañero de trabajo. El concepto ya ha llegado a distintos países como España, Portugal, Méjico, Canadá, Países Bajos, Ciudad del Cabo, Alemania, Reino Unido y Malta. Aunque Weary avisó de los potenciales problemas como el absentismo.
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