La definición de recesión, según la RAE, es una “depresión de las actividades económicas en general que tiende a ser pasajera”. Pero si atendemos al significado puro de recesión económica, el concepto aceptado por la mayoría de expertos es el que definió el economista Julius Shiskin en The New York Times.
La definición publicada por este economista en 1974 hace referencia a la evolución de la tasa interanual del Producto Interior Bruto (PIB), considerando que la economía del país en cuestión ha entrado en recesión cuando se registran 2 trimestres consecutivos de PIB en negativo.
¿Cómo se sabe si un país ha entrado en recesión?
Una vez se tiene clara la definición de recesión económica, es importante saber también cuáles son los indicadores económicos de una recesión. Es decir, qué indicios nos hacen saber que un país ha entrado en recesión, ya sea porque se repiten como un patrón o por lo que significan para la economía del lugar. Funcas, en un trabajo publicado en 2020, analiza "cuáles son los indicadores económicos más influyentes para predecir las recesiones en España". En este análisis, hay que destacar:
"Durante todo el período [1971-2020], entre los mejores indicadores para predecir las recesiones se encuentran los indicadores adelantados de tendencia del PIB y ventas de coches, y el paro registrado. La capacidad de anticipar recesiones aumenta cuando se añaden los indicadores de confianza, bursátiles y tipos de interés", afirman desde este centro de análisis de información económica.
"En la Gran Recesión, ganaron protagonismo los indicadores de la construcción y algunos financieros relacionados con la tenencia de depósitos. Sin embargo, en la recesión generada por el COVID-19, los indicadores de producción, desempleo y consumo vuelven a ser los indicadores más importantes, constatando los diferentes fundamentos económicos de esas 2 recesiones", añade.
¿Cuáles son las consecuencias de una recesión?
Como ya hemos visto, el pilar principal sobre el que se sostiene una recesión económica es la caída o el empeoramiento del PIB durante 6 meses seguidos, por lo que una cosa queda clara: en una recesión económica se produce una disminución progresiva de la demanda de bienes y servicios.
Ahí tenemos una de las principales consecuencias de una recesión económica, la caída del consumo, la inversión y de la producción de los bienes y servicios. Esto, a su vez, provoca otra consecuencia indirecta, que no es otra que la caída del empleo.
El desempleo suele crecer cuando una recesión económica ya está avanzada, incrementándose el número de despidos, despidos colectivos y ERTE. Con la bajada de la producción y la demanda de bienes y servicios, las empresas necesitan menos personal y acaban reduciendo sus plantillas.
Por su parte, los cambios en las políticas monetarias de los bancos centrales son otra consecuencia común de la recesión, ya que buscan luchar contra la caída del PIB y contra la inflación o la deflación.
La recesión, sin embargo, sería solo una etapa por la que pasa continuamente de forma cíclica la economía, según la teoría de los ciclos económicos, que recoge las fases de expansión, recesión, depresión y recuperación.
Diferencias entre recesión e inflación, depresión o crisis
La recesión, como ya hemos visto antes, es una caída sostenida de la actividad económica, medida principalmente por dos trimestres consecutivos de descenso del PIB. En cambio, la inflación es el aumento generalizado de los precios. Según el BCE (2023), en recesión, la inflación suele bajar, pero pueden coexistir, como ocurrió con la crisis energética de 2022.
La depresión económica es más grave que una recesión: implica caídas prolongadas y profundas del PIB, quiebras masivas y desempleo elevado. Un ejemplo histórico es la Gran Depresión de 1929, cuando la producción industrial se desplomó y el paro superó el 25%, según la Reserva Federal.
El término crisis económica es más amplio y puede incluir recesiones, depresiones o episodios de inflación extrema. Según el FMI (2022), las crisis suelen originarse por desequilibrios financieros, burbujas de deuda o shocks externos. Una recesión puede formar parte de una crisis, pero no todas las crisis desembocan en depresiones.
Diferenciar estos conceptos es clave para aplicar políticas económicas adecuadas. En recesiones leves, se bajan los tipos de interés para estimular la economía. Pero si hay inflación alta al mismo tiempo (estanflación), la respuesta es más compleja, como ocurrió en la crisis del petróleo de los años 70.

