Un jubilado trabaja como ‘comprador misterioso’ o espía en las tiendas para comprobar que el recibimiento en el local es el adecuado o que sus empleados cumplen con sus funciones correctamente. Con esta actividad, que lleva practicando más de 13 años en la región de Lille (Francia), gana entre 150 y 200 euros al mes, que complementan su pensión de 1.500 euros. Es uno de esos jubilados que busca un trabajo extra para complementar su pensión.
Alain, de 73 años, observa y analiza libreta en mano todo lo que ve en los pasillos de un comercio, en el mostrador de una joyería o en el aparcamiento de un concesionario. Aunque este pensionista no trabaja para esas marcas, sino que sus misteriosas misiones son por encargo para la plataforma Qualivox, según cuenta en una entrevista con el medio Emploi Le Figaro. Se trata de un servicio que permite a las empresas comprobar la calidad de su acogida o el cumplimiento de los procedimientos por parte de sus empleados en situaciones reales. Son muchos los supermercados que están instalando nuevas medidas anti fraude para evitar pérdidas por robo o mala praxis de sus propios empleados.
Este discreto septuagenario, que recorre la región de Lille jugando al espía para las tiendas, no es ni investigador ni inspector. Es más, antes trabajaba para la hostelería, entre otros trabajos. Después de ser hotelero y restaurador, trabajó como auditor de calidad para una cadena de hoteles de Estados Unidos, hasta que a los 60 años se quedó aislado cuando su antigua empresa decidió no trabajar más con proveedores externos, todo ocurrió de la noche a la mañana.
“A esa edad, encontrar trabajo es una misión imposible. Los reclutadores te consideran demasiado mayor, demasiado cualificado, o ambas cosas”, recuerda Alain.
Pero eso no era todo, para colmo su historial profesional tenía un déficit de 44 trimestres, por lo que no podía cobrar prestación alguna. Sin trabajo ni subsidios, se niega a cambiarse a una ayudantía. “No estaba listo para empezar a tejer”, explica. Pero un día, por suerte, descubrió los trabajos como espía en una oferta en internet.
Más de 13 años trabajando como espía
Después de 13 años, este jubilado sigue siendo un auténtico "visitante sorpresa". De la mano de su empresa, Qualivox, o plataformas como Smice, él mismo elige las misiones que quiere hacer según le convenga o le apetezca. "Es totalmente compatible con mi estilo de vida. Selecciono misiones cercanas u organizo un tour para agrupar varias visitas". A veces incluso se desplaza hasta Dieppe, saliendo desde Lille. Los gastos de transporte (gasolina, peajes) se incluyen en el "costo compartido" que ofrece Qualivox.
En función del tiempo que lleva cada encargo, la plataforma anuncia una compensación de 20, 30 o 40 euros.
"No es un salario propiamente dicho, sino un reembolso de gastos. Y hago mis propios cálculos: si los gastos superan lo que me ofrecen, lo rechazo", explica Alain.
Cada misión acaba con un informe detallado que hay que rellenar, evaluando todo: desde la limpieza del aparcamiento hasta el tiempo de espera en la bienvenida o el ambiente general. Nada se deja al azar. Y la discreción es clave: la idea es pasar desapercibido. "Si un vendedor se acuerda de ti, significa que has fallado en la misión", insiste Alain. En ocasiones incluso tiene que hacer la compra: "Me dan una lista de la compra para hacer en un supermercado. Respeto un límite de gasto, me reembolsan el dinero y me quedo con los productos". Gracias a eso, a veces logra reducir el gasto en alimentación.
"Durante un tiempo, mi hijo fue estudiante. Hacía varias misiones a la semana y siempre tenía paquetes de agua en casa".
Gana hasta 200 euros al mes además de su pensión
Eso sí, no todas las experiencias son positivas. "A veces me he arrepentido de aceptar una misión al llegar. En esos casos, noto que no fue muy agradable o un poco aburrida y no la vuelvo a hacer", confiesa. Pero en general, esta actividad le permite mantenerse activo y en contacto con el mundo. "Me da un propósito. La jubilación está bien, pero no puedes quedarte estancado", asegura.
Hoy en día, esta actividad le permite sumar entre 150 y 200 euros netos al mes, gracias a unas veinte misiones, que se añaden a su pensión de 1.500 euros. "No es como vivimos, pero le pone mantequilla a las espinacas, y a veces también a las verduras", bromea. "Cualquiera puede participar. Solo hay que leer las instrucciones, ser discreto, observar y reportar lo que se ve", resume.

