Cuánto cuesta la luz si el precio es cero: ¿es gratis?

Además del precio del megavatio/hora, la factura recoge otros conceptos, como el mercado diario e intradiario o los servicios de ajuste, que hay que continuar pagando.

Cuánto cuesta la luz si el precio es cero: ¿es gratis?
Factura de luz.
Javier Martín

El precio de la luz continúa provocando quebraderos de cabeza y dudas, incluso cuando no destroza registros históricos, como ha venido ocurriendo en el último año. También en el sentido contrario, como cuando el precio del megavatio/hora es cero. Así ocurre a determinadas horas del día, cuando confluyen motivos como el descenso de la demanda en días festivos o de menor actividad laboral, el predominio de las energías renovables (las más baratas) en el mix de generación de electricidad o la caída de los precios del gas natural.

Algo que ha ocurrido este año, donde la generación solar, térmica o fotovoltaica ha alcanzado niveles históricos en España gracias al viento y al sol frecuentes, que se ha convertido en el líder en energía limpia de Europa con un 53% de generación en el mes de marzo, según Red Eléctrica de España (REE). Esto permite que no se tengan que usar las energías más caras para fabricar electricidad.

¿Significa esto que no hay que pagar entonces por esas horas de luz en la factura? No, que el precio de la electricidad sea cero no significa necesariamente que sea así en la factura de la tarifa regulada de luz, que recoge numerosos costes fijos más allá del precio por la complejidad del sistema eléctrico, en el que intervienen numerosos factores.

Componentes de la factura de la luz: nunca es gratis

Conceptos como el mercado diario e intradiario, los servicios de ajuste, la financiación del operador del sistema –OMIE–, la financiación del operador del mercado –REE–, la comercialización y los llamados peajes y cargos, también hay que pagarlos

A pesar de que su importe no llega, ni por asomo, prácticamente al céntimo de euro, siendo un importe que pasa prácticamente desapercibido, estos costes adicionales a la tarifa de electricidad que cubren otros gastos adicionales que la mayor parte de la población desconoce, explican que la factura no sea gratis en esas horas en los que el megavatio/hora es cero.

El OMIE y el REE siempre valen lo mismo. Sin embargo, el resto de ítems mencionados varían: cuanto más cara es la tarifa, más cuestan. También habrá que tener en cuenta otros, como el excedente o déficit del mecanismo de ajuste del coste de producción. Aunque la factura también recoge el coste de las actividades de transporte y distribución, en concepto de peajes, que son determinados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y suponen 1.319 millones de euros, un 6,7% menos que en 2022. 

El otro gran componente es el de los cargos. Con 5.054 millones de euros, es un 4% inferior al año pasado, mucho más caros que los peajes. Estos vienen cuantificados por el Ministerio para la Transición Ecológica y se componen por las primas a las renovables (unos 6.000 millones al año), el déficit de tarifa (2.354 millones de euros en 2023), el sobrecoste de la generación extrapeninsular (islas, Ceuta y Melilla), que son unos 500 millones de euros. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE), además, también recogen otra partida en concepto de 500 millones de euros.

Esto, por ejemplo, acaba provocando que un determinado tramo horario en el que el precio del megavatio/hora es cero, haya que pagar, cantidades de, por poner un ejemplo de valor aproximado, 0,0250 kWh. Incluso puede llegar a ocurrir que una hora en la que el precio de la luz no sea cero resulte más barata que otra en la que su importe sea más de cero. Esto se debe a que no confluyen los conceptos mencionados anteriormente o tienen un coste aún menor. Así ocurrió en la factura del pasado sábado, 15 de abril. En resumen, el término de la potencia tiene que ver con la potencia contratada y, consumas o no consumas, existe un pago en la factura mensual.

Las renovables, perjudicadas

Este panorama, sin embargo, también posee cara ‘B’, ya que se reducirá la inversión en energías renovables. Una de las alternativas pasa por apostar en mayor medida por el almacenamiento de la energía, como, por ejemplo, a través de las centrales hidráulicas de bombeo. De esta manera, se podrá, a la vez, guardar y gestionar posteriormente toda esa energía y, al mismo tiempo, provocar que el precio no caiga tanto ni se dispare tanto cuando no haya renovables para producir esa energía.

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