Elon Musk no quiere ser Bill Gates, ni tampoco se lo parece. Se sabe que el empresario norteamericano de origen sudafricano, persona del año para la prestigiosa revista Time y la más rica del mundo según la lista Forbes, traspasa las barreras de la peculiaridad. Para lo bueno y para lo menos bueno, ahí reside su éxito. Aunque también Gates, fundador de Microsoft, no era precisamente un ser humano de esos considerados del montón.
Musk fundó también Paypal, que se ha convertido en la base del pago digital de aplicaciones posteriores como Bizum, y ahora se ha encargado de comprar Twitter, tras una serie de idas y venidas, con la intención de establecer una revolución. Una revolución no exenta de tintes polémicos, ya que el CEO de Tesla o Space X pretende cobrar por usar determinados servicios de esta red social.
Tras muchos rumores, se sabe que Musk establecerá una directriz por la que los usuarios de la red del pajarito azul tendrán que pagar casi ocho euros mensuales. Aunque no todos. Sí se conoce, por ejemplo, que ya no será gratuito el tick azul que reconoce a las cuentas verificadas. Pretende lanzar ‘Twitter Blue’, cuyas funciones Premium ya están disponibles exclusivamente para el sistema iOS en Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unidos.
El fantasma de Bill Gates acecha a ‘Twitter Blue’
Editar el icono de Twitter de la app o los tuits una vez publicados o activar el modo lectura son algunas de las funcionalidades que ofrece, aunque también destaca la posibilidad de reducir el número de anuncios. Este aspecto, el de los ingresos, es un asunto de especial preocupación para Musk, que ha advertido de la posibilidad de que la empresa de la red social entre en bancarrota.
También el spam. Para el sudafricano cobrar por la verificación es "la única manera de derrotar a los bots y a los trolls". Esta insignia se complementará con una etiqueta de 'cuenta oficial'. Esto servirá para ver qué cuentas poseen la verificación por el medio de suscripción o cuáles han sido verificadas como figuras públicas, cuentas de gobiernos u organizaciones multilaterales.
Una apuesta arriesgada y con precedentes pesimistas, si se observa el caso de Bill Gates, que trató de instaurar el servicio de correo electrónico como modelo de pago. En ese momento, hace casi 20 años, en 2003, también ‘condenó’ al spam o la basura digital, señalando que alrededor de la mitad de los mails que se enviaban lo eran. Por ello, puso en valor la tecnología que desarrollaba Microsoft y su legislación, con tal de arrinconarlos.
También especificó cómo los combatiría en el Foro Económico Mundial, en 2004, a través de tres vías. Las dos primeras, mediante variaciones de una especie de 'captcha' o prueba para validar que los mails estaban siendo enviados por personas. La tercera, la polémica y la que pone en preaviso a Musk, pretendía instaurar la compra por parte de los usuarios de un sello postal digital con una tarifa nominal barata, en general, pero que iría encareciéndose sobremanera para los que enviaran spam. Sin embargo, a Gates no le valió con estar en una posición predominante, y tuvo que ver cómo fracasó su idea. Más adelante, un tal Gmail que no existía por entonces acabó desbancando a Hotmail.
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