Si eres de los que dejan la puerta de la lavadora abierta después de sacar la ropa para evitar el moho, esto te interesa

Esta acción tan simple puede ser un problema.

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Son muchos los que dejan la puerta de la lavadora abierta tras sacar la ropa después de un lavado, ya que es una de esas acciones sencillas que a veces las hacemos sin pensar, solo por intuición. Pero, al igual que ocurre con otros comportamientos casi automáticos como el de calentar agua o leche en el microondas, esto no es del todo recomendable.

Muchos lo hacen con la intención de que no se cree moho en su interior o en la goma que recubre la puerta, así como para evitar olores o humedad almacenada, pero esto es una falsa creencia. Los especialistas avisan de que dejar la puerta de la lavadora abierta mucho tiempo puede ocasionar daños en el electrodoméstico.

Por tanto, la forma de mantener la lavadora libre de moho y suciedad no es esa, sino que existen otras técnicas para conseguirlo.

¿Cómo mantener la lavadora libre de moho dañarla?

La costumbre de dejar la lavadora abierta después de usarla se ha popularizado porque se cree que ayuda a prevenir bacterias y malos olores. Y, en parte, es cierto: tras cada ciclo, el tambor queda húmedo y ese ambiente favorece la aparición de hongos. Sin embargo, cerrar la puerta inmediatamente tampoco es buena idea, ya que la humedad retenida puede transformarse en biopelículas que originan gérmenes y malos olores.

El problema aparece cuando esta práctica se exagera. Mantener la puerta totalmente abierta de forma permanente termina dañando las bisagras y las gomas de cierre, componentes que no están preparados para soportar esa tensión continua. Con el tiempo, esto puede derivar en fugas o en un cierre defectuoso. Además, un tambor siempre abierto facilita que el polvo y la suciedad se acumulen más rápidamente.

¿Dónde está el punto justo? Según ÖKO-TEST, lo ideal es dejar la puerta abierta durante, al menos, media hora después de cada lavado, tiempo suficiente para que el interior se seque bien. Otra opción es dejarla solo entreabierta, evitando tanto el exceso de humedad como el desgaste de las piezas.

Los especialistas recomiendan completar este cuidado con rutinas sencillas: lavar periódicamente ropa de cama o toallas a 70 grados para eliminar hongos y bacterias resistentes, y realizar lavados en vacío con vinagre o productos específicos para mantener el tambor en buen estado.

Un último detalle importante: secar las juntas de goma con un paño tras cada uso. En ellas suelen acumularse residuos de detergente y humedad, un entorno ideal para el moho. Con estos hábitos de mantenimiento, la lavadora se mantiene fresca, sin olores y con una vida útil más larga.

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