Los científicos llevan cuatro años estudiando el trabajo remoto y han llegado a una conclusión muy clara: “Trabajar desde casa nos hace más felices”

La productividad se mantiene o aumenta cuando hay objetivos claros y autonomía y los efectos son más favorables cuando el trabajo remoto es voluntario y cuenta con apoyo empresarial.

Una mujer feliz trabajando desde casa |Envato
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La flexibilidad del teletrabajo está cambiando la manera en que entendemos la satisfacción profesional y el bienestar personal. Un proyecto llevado a cabo por la Universidad del Sur de Australia, que se hizo antes de la pandemia y durante durante cuatro años, determina que trabajar desde casa impulsa de forma clara la felicidad de los empleados y altera, para bien, su relación con la vida laboral.

A diferencia de los análisis surgidos al calor de las restricciones sanitarias, este estudio ofrece una perspectiva de largo recorrido, ya que muestra cómo la flexibilidad incide en contextos variados y a lo largo del tiempo, más allá de los cambios coyunturales. La evidencia acumulada nos hace ver que el teletrabajo voluntario y bien organizado, mejora indicadores de salud, hábitos de vida así como el desempeño de nuestras funciones, es decir, que trabajamos mejor.

A menos estrés y más descanso se consigue una mejor salud física y mental

La adopción del teletrabajo se relaciona con mejoras claras en la salud laboral. Según este estudio, uno de los efectos que más se nota está en el incremento del tiempo de sueño, que lo sitúa en torno a media hora más por noche, gracias (entre otros factores) a la desaparición de los desplazamientos. Esto si lo llevamos a un trabajador, de media ese ahorro se transforma en unas cinco horas semanales, lo que hace reducir la fatiga y el estado de ánimo.

Los estudios ya habían asociado los trayectos largos con peor salud mental y una peor percepción del estado físico. De esta forma, al recortar esa carga, baja la ansiedad y el descanso gana calidad, es decir, que tenemos menos estrés al empezar el día, ritmos de sueño más naturales y una recuperación más eficaz. Dormir mejor refuerza la atención, ayuda a regular las emociones y sostiene el rendimiento durante la jornada.

Ahora bien, el análisis observa en algunas personas un ligero aumento inicial del consumo de alcohol durante la adaptación. A pesar de esto, la tendencia general es positiva, pues con rutinas más ordenadas se aprovecha mejor el tiempo y disminuye el estrés. El estudio explica que para que funcione bien, el teletrabajo debe contar con pautas bien definidas y apoyo por parte de la organización.

Tiempo ganado y cambios en el estilo de vida

El ahorro de tiempo no se queda en el reloj, pues se traduce en modificaciones tangibles de la vida diaria. Investigaciones complementarias y realizadas en España apuntan a que el teletrabajo puede liberar hasta diez días de tiempo personal al año, es decir, que se podría decir que tendríamos 10 días más vacaciones o de tiempo libre. Ese margen se reparte entre descanso, ocio y hábitos saludables, y alrededor de un tercio termina en actividades físicas que combaten el sedentarismo.

También se aprecian mejoras en la alimentación. Frente al temor inicial de “picar” más por tener la cocina a mano, gana terreno la planificación, pues aumenta la preparación de comidas en casa y la elección de productos frescos (frutas, verduras, lácteos), con mayor atención a la calidad nutricional. La posibilidad de integrar pequeñas tareas domésticas en los descansos laborales (sin invadir la jornada) ayuda a ordenar el día y reduce la carga acumulada al final.

Las relaciones familiares salen igualmente reforzadas, lo que es otro punto positivo a tener en cuenta. Padres y madres declaran que al tener más tiempo libre pueden dedicarle más tiempo a los hijos, o las parejas, que obtienen una conciliación más equilibrada. Estar disponible en momentos cotidianos (entradas y salidas del colegio, citas médicas, gestiones puntuales) sin renunciar a las responsabilidades profesionales mejora el clima familiar y reduce tensiones.

Con el teletrabajo somos más productivos

Ahora la gran pregunta es: ¿Somos más productivos con el teletrabajo? Pues los datos hablan claro. La investigación australiana, alineada con estudios internacionales, indica que el desempeño se mantiene e incluso mejora al trabajar desde casa. Trabajar en casa o en la oficina no garantiza ser más eficaces. Entonces, ¿dónde está? Pues la clave, según el estudio, está en los objetivos que deben ser claros para cumplirlos, así como tener esa autonomía.

El estudio hace la matización entre teletrabajo impuesto y teletrabajo elegido. Durante los confinamientos, la falta de voluntariedad y el contexto de estrés dañaron el bienestar. Cuando el trabajo remoto es opcional y la empresa lo respalda, sube la satisfacción, por ende mejora el rendimiento, es decir, debe haber un consenso. El apoyo del equipo y del liderazgo es determinante: metas bien definidas, canales de comunicación ágiles y reuniones que aporten valor.

Ahora no todo es perfecto y el teletrabajo todavía presenta algunas cosas a tener en cuenta como son la cohesión del grupo y la creatividad espontánea, se alimentan del contacto cara a cara. Aun así, el estudio indica que estas preocupaciones suelen exagerarse si se organiza bien la colaboración. Para esto, lo mejor es tener un buen kit de herramientas digitales y procesos de equipos que ayuden a mantener o incluso elevar la eficacia conjunta. También hace mención los encuentros personales, ya que es positivo siempre el “desvirtualizarse”.

Otro dato que no hay que olvidar es, el entorno en casa. La zona de trabajo debe contar con un puesto ergonómico, buena iluminación y pocas distracciones, para favorecer la concentración y evitar dolencias musculares. Por esta razón, una inversión básica en equipamiento se traduce en más productividad y mejor salud.

Hacia un modelo laboral más flexible

Los hallazgos apuntalan un cambio de paradigma en la gestión del trabajo. Tanto en formato remoto como híbrido, quienes disfrutan de mayor autonomía reportan más satisfacción laboral y bienestar global que en los modelos íntegramente presenciales. No es una receta única: funciona mejor cuando se adapta al puesto, a la persona y a la cultura de la organización.

La transición exige, además, un ajuste del management: pasar del control horario a la evaluación por resultados; definir expectativas claras; profesionalizar la comunicación digital; y desplegar apoyos al bienestar que trasciendan la oficina. Las empresas que avanzan en esa dirección ganan en atracción y retención de talento, reducen absentismo y elevan el compromiso.

El teletrabajo no compite necesariamente con la oficina. El estudio invita a diseñar combinaciones inteligentes: aprovechar la concentración que ofrece el hogar y reservar la presencia para lo que la necesita (co-creación, formación, socialización profesional). Las organizaciones que integran ambos mundos consolidan culturas más inclusivas, resilientes y orientadas a objetivos, con un denominador común: plantillas más satisfechas y, en consecuencia, más eficaces.

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