Un ganadero se emociona cuando le preguntan por qué los jóvenes no quieren dedicarse a la ganadería: "tengo dos hijos y no he visto a ninguno nacer"

Un oficio que cada vez se está perdiendo más y los jóvenes ignoran.

El ganadero en el vídeo durante la entrevista |TikTok - Castilla-La Mancha Media (CMM)
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“Tengo dos hijos. No he visto a ninguno nacer”. Con esa frase tan directa un ganadero de Castilla-La Mancha resume lo que es trabajar en la ganadería y por qué muchos jóvenes ya no quieren este tipo de oficios. En un vídeo del canal de TikTok de Castilla-La Mancha Media (CMM), donde entrevistan a este ganadero, cuenta lo que muchos en el campo llevan años intentando explicar: la ganadería es vocación, sí, pero también renuncias, horas infinitas y una conciliación casi imposible.

“No he estado nunca en el parto de ninguno de mis hijos”, cuenta, para después hacer una comparación dolorosa pero realista sobre lo que supone trabajar con animales todos los días: “Sin embargo, las ovejas las veo casi todas de parir. ¿Cómo es eso? Esto lo llevamos nosotros en la sangre”.

Un oficio que viene de sangre

El protagonista lo define sin pelos en la lengua: “Es un oficio que no se puede aprender. Es un oficio que lo llevas metido en la sangre”. Aquí no hay cursos de formación ni universidades, es algo que se aprende en casa. Además, es un oficio en el que hay que echar horas y horas, especialmente “ahora que estamos de paridera”, cuando los partos se multiplican y “me puedo tirar aquí días y horas con ellas”.

En ese “estar” está la clave. Porque “estar” para una profesión con animales significa salvar vidas: “El estar aquí salvas vida o no salvas. Entonces, estando aquí, pues muchas ovejas paren a dos, vienen mal los partos, les ayudas y salvas partos. De otra manera, si te vas y no vienes, pues sabes que no”. En otras palabras: no hay turnos, hay necesidades. Y esas necesidades no entienden de fines de semana, vacaciones o festivos

Lo que dice este ganadero no hace más que reflejar lo que pasa en el campo español y lo que muchos jóvenes evitan: jornadas interminables, una responsabilidad que no descansa y una vida familiar que queda siempre en segundo plano.

Un oficio que está desapareciendo

Cuando le preguntan si le da pena que oficios como el suyo desaparezcan, lo tiene claro: “Y entonces, pues sí, sí me da pena que desaparezcan. Sí. Pero bueno, es ley de vida, tenemos que desaparecer todos y la gente joven no está por la labor de la ganadería”, aludiendo a que los jóvenes no quieren dedicarse a la ganadería y, por tanto, el relevo generacional no llega.

Entonces, ¿se están perdiendo oficios como la ganadería? Su respuesta, aunque duela, es clara: sí. Por desgaste, por conciliación imposible, porque la vida en 2025 ofrece otros caminos menos sacrificados. Y porque, como él mismo reconoce, la ganadería no siempre permite estar donde te gustaría estar: en el nacimiento de tus hijos, en las fechas señaladas, en la vida cotidiana que para muchos es innegociable.

Queda una pregunta en el aire que pocos saben responder: ¿quién querrá cuidar del ganado cuando los que ahora lo hacen no puedan más? El protagonista lo deja claro con sus palabras: si queremos relevo, hay que hacer vivible el oficio. Traducido: tiempos, apoyos, descanso y condiciones que no conviertan la vocación en renuncia perpetua.

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