Quizás la primera decisión importante que tomamos como seres humanos es la de qué estudiar. Una pregunta que atormenta a miles de jóvenes cada año y que, fundamentalmente, deben elegir entre lo que marca “la razón” o lo que verdaderamente les apasiona. Y es que en la mayoría de los casos, se recibe influencia de familiares y otras personas del círculo cercano que insisten en ese tan manido “lo que tenga salidas”. O “en lo que ganes más dinero”.
En esta tesitura, hace unos años se hizo viral una reflexión del famoso presentador y escritor Christian Gálvez, durante una charla del ciclo ‘Aprendemos juntos’ de BBVA, llamada ‘Las claves de la genialidad: curiosidad, perseverancia y pasión’. En la misma, se puso como ejemplo personal, animando a los jóvenes presentes a que apostaran por aquello que de verdad les mueve.
“No estudias eso, que no hay salida”, comenzaba diciendo, a lo que él mismo respondía: “¿Pero y cómo lo sabes? Si faltan cinco años”. De hecho, cuenta que, cuando dijo a sus padres que quería ser profesor, le miraron como si fuera un “bicho raro”: “¿Profe? Si hay un excedente de profesores. Estudia telecomunicaciones que es el futuro”, le contestaron, a lo que él respondía que quería ser profesor, porque era lo que le gustaba.
“No llegué a terminar la carrera, pero todo el conjunto de mis compañeros, mi promoción, acabó la carrera. Justo tres años después, había sobresaturación de ingenieros en telecomunicaciones y faltaban profesores. No podemos saber lo que va a pasar. Lo que hay que hacer es lo que nos apasiona, porque en eso marcamos la diferencia. No estudies lo que te digan, estudia lo que tú quieras. Y si en mitad del camino te das cuenta de que eso no es de lo que quieres ejercer, déjalo”, expresa rotundo, adelantándose también a lo que suele pensar mucha gente cuando ve que se ha equivocado.
“Es que he perdido… No, has ganado, al revés”
En línea con lo anterior, muchos podrían pensar que, con el error, han perdido, como si hubieran desperdiciado parte de su vida. Pero nada así: “‘Ya, es que he perdido…’ No, has ganado, al revés. Te has dado cuenta de lo que no quieres hacer, y seguro que algo de ese conocimiento puede generar la suficiente sinergia con otro para ser mejor. Entonces, el fracaso es un paso y un elemento fundamental para ser mejores personas, para ser mejores profesionales y, por encima de todas las cosas, para ser más felices”, explica Gálvez optimista.
“El fracaso es lo que nos forma como personas”
En relación con el fracaso, previamente el presentador profundiza en el mismo, a raíz de una defensa de la transversalidad del conocimiento. “¿Por qué estoy constantemente defendiendo esa transversalidad de conocimientos en la pedagogía? Porque hace más de 30.000 años, cuando nacíamos como especie, hacíamos arte, pintamos bisontes en las cuevas. Y, cuando mirábamos hacia arriba, hace 6.000 años, y veíamos el espacio e intentábamos comprenderlo, qué había allí y qué no había, ¿qué es lo primero que hicimos? Dibujar, constelaciones, que no existen”, comienza relatando.
En este sentido, añade que “para comprender lo que había más allá, para comprender la ciencia, utilizábamos el arte, dibujábamos figuras”, defendiendo que “desde el principio de los tiempos está la transversalidad de conocimientos, está la incesante curiosidad del ser humano”. Y, dentro de esa curiosidad, aseguraba, “el fracaso es lo que nos forma como personas. No el fracaso, sino también cómo afrontamos ese fracaso”.
Entrando en esta cuestión, considera que no se enseña a gestionar el fracaso e, incluso, hay un punto de humillación: “el ser humano, desde un punto de vista psicológico, creo que pierde más tiempo en utilizar sus energías en señalar y criticar lo mejor y lo peor de los demás, antes que utilizar esa energía en hacer cosas que le provocan satisfacción, y la satisfacción está en el camino. Siempre está en el camino, no en la meta. Pero se nos enseña que es la meta”, reivindicaba.