La construcción sigue siendo uno de los sectores que más empleo ofrece en España, más que nada porque tiene una gran falta de relevo generacional, de ahí que cada vez más migrantes cojan este tipo de trabajos. Casos como el de Andrés Tavera o Albino son bastante comunes ya. Pero detrás del casco, el andamio y el hierro, la realidad económica no siempre acompaña. Así lo cuenta un albañil cubano afincado en A Coruña, en una entrevista para el canal de YouTube ‘Los Chuchis’, donde detalla sin filtros cuánto gana, cómo distribuye su dinero y por qué, a pesar del esfuerzo físico, “el salario se va volando”.
En el vídeo, este trabajador comparte su experiencia personal, una historia que refleja la de miles de migrantes que encuentran empleo en la obra, como pasa en otros sectores como la agricultura, pero también unos gastos que hacen que su trabajo parezca poco rentable, al ver que la nómina se le va en poco tiempo.
“Yo aquí tengo un salario de 1.200, a veces me acerco a los 1.300”, explica mientras hace una pausa en el andamio. Sin embargo, ese ingreso dura poco en su cuenta: “Mi salario me entra el día primero y ese día descansa en paz”, expresando con esta expresión que el dinero del sueldo le dura muy poco en la cuenta del banco.
Su sueldo se le va en 48 horas
El albañil describe que ya desde el día 2 comienzan a llegarle los primeros cargos (teléfono, suscripciones como Netflix y otras aplicaciones) y entre los días 3 y 4 caen las facturas del piso, la luz y, cuando toca, también el agua. Lo que apenas le deja respirar económicamente hablando.
Vive solo y paga 610 euros de alquiler, una cifra que por sí sola consume la mitad de su salario. A ello se suman unos 100 euros de luz, y cada tres meses, entre 70 y 80 euros de agua. Así lo calcula: “Son 610 del piso y ponle que gaste 100 de corriente. Ya van 700, 710 más o menos… Ese dinero pasa por la tarjeta, hace escala y sigue”.
A esta lista añade un gasto que arrastra mes a mes: una furgoneta que compró para hacerse autónomo y repartir paquetes, un proyecto que finalmente no funcionó. Aun así, debe seguir pagando 260 euros mensuales.
“Ya me monté casi en los 1.000… y ¿qué me queda? 200 y pico que se van en bobería solo para pasar el mes”, afirma el albañil.
“Aquí el dinero no alcanza”
Lejos de la imagen de prosperidad que muchos tienen antes de emigrar, este albañil es claro: “Aquí el dinero de España no alcanza para mucho, simplemente para pagarte tu piso y para poder vivir dignamente”.
Aun así, valora que en España “hay millones de oportunidades” y que si una familia comparte gastos o si entran dos sueldos en casa, se puede ahorrar un poco. Pero insiste: con un solo salario, “hoy en día no”.
Reconoce que trabajar en los andamios es duro, pero también que se siente agradecido de tener empleo estable: “Tener dónde vivir, tener dónde descansar… eso vale muchísimo”. Para él, el simple hecho de poder pagar su piso ya es “una maravilla”.
A todos estos gastos se suman los impuestos asociados al vehículo, el seguro anual que dice ser de “casi 900 euros” y cualquier gasto imprevisto. “Eso hay que reunirlo porque se paga sí o sí”.
Un sector duro pero con buen ambiente: así se trabaja en los andamios
El vídeo también muestra la convivencia entre trabajadores.
Compañeros gallegos y canarios opinan sobre el sueldo, el ambiente laboral y las posibilidades de prosperar en el sector.
Uno de ellos, montador de primera, reconoce que cobra más: unos 2.000 euros tras acuerdos con el jefe. Pero incluso él asume que “el sueldo entra en el banco y según entra hace adiós… se va para casa de otro”.
Otro trabajador de fachada asegura que “vale la pena” el oficio y que “hay trabajo bastante”, pero admite que el coste de la vida obliga a compartir gastos: “Con la novia sí, pero solo no”.
“Una cosa es trabajar, pero si disfrutas con los compañeros, se lleva mejor”.
Trabajar en la construcción le permite vivir en España, enviar dinero a su familia y mantener cierta estabilidad. Pero también queda clara una cosa, que para muchos trabajadores migrantes cada mes es una carrera de resistencia.
Eso sí, él cree que aún así se puede vivir tranquilo en España, ya que “aquí se trabaja y se puede vivir. Lo que pasa es que el salario se va. Pero mientras tenga mi piso y mi familia unida, yo vivo tranquilo”.