Rafael, empresario de la construcción, sobre la falta de obreros: “Hay poca mano de obra y la que hay encarece los precios”

El constructor alerta de que la escasez de trabajadores está elevando los costes de las obras y, por tanto, disparando el precio de la vivienda.

Rafael Martínez, constructor y presidente de AECOP |La Sexta Xplica
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La construcción vive un momento de una complejidad difícil de explicar en España. Hay demanda, hay actividad y hay necesidad de profesionales en prácticamente todos los oficios relacionados con la obra nueva y las reformas, pero el sector se encuentra en una situación que, según Rafael Martínez, constructor y presidente de AECOP, es “muy complicada”. En su intervención en La Sexta Xplica, explicó uno de los causantes de que este sector viva un momento tan complicado: “Hay poca mano de obra y la que hay encarece los precios”. Para él, esta escasez de profesionales cualificados se ha convertido en el principal freno para que las obras avancen al ritmo que deberían, y es también la raíz del encarecimiento progresivo que afecta a cualquier reforma, por pequeña que sea.

Rafael describe un sector sin relevo generacional, donde cada año es más difícil encontrar albañiles, encofradores, pintores o soladores con experiencia suficiente para asumir trabajos de manera autónoma. “Tenemos muy poquita mano de obra”, lamenta, y esa falta de perfiles disponibles está tensionando todo el mercado. Las empresas compiten entre sí para captar trabajadores, subiendo salarios para retenerlos, y ese sobrecoste termina trasladándose a los presupuestos que pagan los clientes. Según explica, “la poquita mano de obra que hay encarece mucho los precios”, un fenómeno que ya está asentado y que no parece que vaya a corregirse a corto plazo. De ahí que cada vez veamos también a mas migrantes trabajando en estos oficios y sea fácil ver a un pintor colombiano o un albañil boliviano o de cualquier otra procedencia.

“Ahora mismo se alquila todo”

Durante el debate, el constructor quiso ir más allá de la cuestión laboral para poner el foco en una dinámica inmobiliaria que, a su juicio, está influyendo considerablemente en cómo se comporta el mercado. Mientras se habla del flipping house (comprar, reformar y vender con beneficio), él advierte de que “hay una tendencia mayor, que es comprar viviendas relativamente baratas y alquilarlas tal y como están”. Lo explica con claridad: ahora mismo se alquila todo, y esa demanda desbordada hace que muchos propietarios descarten invertir en mejoras. “¿Qué necesidad tienes de gastar dinero en una vivienda si la vas a alquilar igual?”, se pregunta.

Para ilustrarlo, pone un ejemplo concreto: un piso que se alquila por 800 euros al mes y que necesitaría 50.000 euros de reforma para subir apenas 100 euros la renta. “No merece la pena”, sentencia. Esa lógica, sostiene, está llevando a que el parque de viviendas en alquiler mantenga inmuebles envejecidos, poco eficientes y, en algunos casos, deteriorados, porque el mercado premia la rapidez y no la calidad. Rafael lo compara con un concierto con entradas agotadas, donde los organizadores saben que venderán todo aunque no mejoren el sonido o la iluminación. Cuando la demanda es tan alta, el incentivo para invertir desaparece.

“Más buitres que los fondos somos nosotros mismos”

Hablando de la especulación y del capital extranjero que se invierte en vivienda en España solo para destinarlo a pisos turísticos, el constructor cree que no es cosa solo de los fondos buitres que se supone tienen el poder de una gran parte del mercado inmobiliario. Para él los mismos ciudadanos se comportan igual que un fondo buitre. “Más buitres que los propios fondos buitres somos las propias personas, porque somos el país de la picaresca y nos gusta mucho el dinero fácil”, dijo ante la sorpresa del resto de tertulianos.

Rafael también mencionó otra tendencia que empieza a verse en medios y portales inmobiliarios: la venta individual de habitaciones dentro de un mismo piso. Una práctica que, según comenta, está llevando el mercado a situaciones cada vez más extremas. “Ya solo nos quedan vender los armarios empotrados y las arquetas del edificio”, ironizó, subrayando lo absurdo de una dinámica que, en su opinión, surge de la desesperación por encontrar nuevas vías de rentabilidad.

Un futuro incierto sin relevo en la obra

Pese al tono crítico, el mensaje de fondo que quiso trasladar es claro: la construcción necesita mano de obra y necesita atraerla urgentemente. Sin trabajadores, no hay reformas, no hay obra nueva y no hay parque de vivienda en condiciones adecuadas. La falta de obreros cualificados, según insiste, no solo afecta a las empresas, sino que distorsiona por completo todo el mercado de la vivienda, desde el precio de una reforma hasta el coste final de un alquiler. Un sector que lleva años sosteniendo la economía española se enfrenta ahora a su mayor desafío: garantizar que haya profesionales suficientes para construir el futuro.

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