España afronta numerosos retos en la actualidad y en su futuro a corto y medio plazo, entre los que más destacan la sostenibilidad de las pensiones o el acceso a la vivienda, un ‘imposible’ para miles de jóvenes de nuestro país. Aunque uno de los mayores problemas para poder comprar una casa que tienen los jóvenes es que los precios de la vivienda no paran de crecer, otro aspecto que también incluye es el de sus salarios, los cuales no suben acorde a la inflación.
Al paso de este asunto ha salido Gonzalo Bernardos, economista y voz autorizada a la hora de hablar de temas relacionados con la economía española. Bernardos se acordó de medidas impulsadas por el Gobierno, como la reducción de jornada a 37,5 horas semanales, sobre la que en su opinión se iban a beneficiar “indudablemente quienes menos cobran y quienes tienen los trabajos, muchas veces, más desagradecidos”, dijo en una intervención en el programa ‘Más vale tarde’ de LaSexta.
El profesor de la Universidad de Barcelona no pensaba que la propuesta de reducir la jornada que rechazó el Congreso fuera a ser la solución a todos los problemas laborales que tiene España actualmente, pero sí que ayudaría a los que tienen peores puestos de trabajo. De hecho, para los más formados o con puestos de alto rango esto apenas afectaría, ya que los que “tienen una formación muy elevada y cobran un salario muy grande, ya por regla general, trabajan 37,5 horas o menos, o como cobran tanto, trabajan lo que ellos desean”.
“La inmensa mayoría de las personas que trabajan más de 37,5 horas a la semana son personas que llegan muy justitos a final de mes”, afirma el experto.
A pesar de que la medida fue tumbaba en el Congreso por Junts, Vox y el PP, las pymes y los negocios hosteleros iban a ser los más afectados si hubiera salido adelante. Según la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), reducir la jornada laboral implicaría un fuerte incremento de costes que muchos negocios no podrían asumir.
Sin embargo, Gonzalo Bernardos discrepa. Asegura que “bares, restaurantes y sector servicios en general están viviendo una primavera dorada” porque “jamás las personas han estado consumiendo tanto como ahora”. Añade que “yo y todos conocemos a personas del sector que por lo bajo, sin que se entere nadie, te dicen ‘estamos ganando más que nunca’”. Ni siquiera el hecho de haber “subido bastante más los precios de la carta” ha frenado las ganas de ocio de la gente.
El problema de las horas extras sin cobrar
Ante la elevada demanda en sectores como la hostelería, muchos empleados siguen “trabajando aún 60, 55, 50 horas”, y el economista reclama regular estas situaciones: “A mí me parece que hay veces que un Gobierno tiene que legislar y tiene que decir que las personas necesitan un descanso”. Si alguien prefiere ser compensado económicamente antes que descansar, él lo tiene claro: “Quien no quiera este descanso y se sienta con más fuerzas para trabajar adicionalmente, lo que tiene que hacer es cobrar horas extras”.
Esta postura se apoya en un problema que el experto considera estructural: “El gran problema de España es que más del 40% de las horas extras que se hacen no se cobran”. A su juicio, “tenemos un problema de salario, pero también tenemos un problema, sobre todo si lo comparamos con el resto de Europa, de excesivas horas trabajadas sobre todo para aquellos que tienen menos formación”.
La vivienda, el gran problema
Para Bernardos, “la vivienda se ha convertido en el principal problema del país”. Con los precios al alza, el Banco de España calcula que faltan unas 700.000 viviendas para quienes las necesitan y no pueden acceder a ellas, especialmente los jóvenes, que con sueldos bajos y escaso ahorro no pueden independizarse.
Por ello, recomienda impulsar las hipotecas al 100% dirigidas a compradores de entre 18 y 35 años y a familias con hijos, una medida anunciada pero que no avanza: “Debía beneficiar a 50.000 personas entre 2024 y 2025, pero no se han concedido ni mil”.
Mientras crece la precariedad, muchas personas optan por trabajar lo mínimo posible para no percibir un salario que consideran insuficiente y así poder dedicar más tiempo a sus familias. Para ellas, la reducción de la jornada era una opción favorable, pero al haber sido finalmente rechazada, la jornada completa seguirá siendo de 40 horas.