La presión fiscal en España ya supera el 42% del Producto Interior Bruto (PIB), según un estudio realizado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE), think tank de la CEOE. Un dato histórico que apunta a magnificarse en 2023, ya que las previsiones apuntan a que en el año recién estrenado se superarán los datos de 2019, antes de la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, en 50.000 millones de euros. Un 23% más que aquel año, pero, hay que recalcar, con el PIB inferior respecto a aquel año.
Este dato se obtiene de adjuntar las cotizaciones de la Seguridad Social, que son las más altas de Europa según también el propio organismo, y el IRPF, por lo que la cuña fiscal alcanza ya el 40%. Algo que significa que el salario neto que recibe un empleado en España acaba constituyendo ‘solo’ el 60% de su coste laboral. Aunque el dato “trágico”, como calificaba el analista económico, Marc Vidal, en el programa ‘Herrera en Cope’ de la Cadena Cope, es el esfuerzo fiscal.
¿Qué es el esfuerzo fiscal?
Se trata, según el propio IEE, de un indicador que “establece una relación entre la presión fiscal y el PIB per cápita de cada país”. Es decir, calibra, de alguna manera, los impuestos que se pagan en un país y la capacidad económica.
Como explica Vidal, “si la presión fiscal es un indicador que admite maquillaje, porque mide el ingreso público en comparación con el PIB, el esfuerzo fiscal computa lo que supone a los que pagan, a los contribuyentes, que se alcance ese nivel de recaudación. Realmente, es el que cuenta”. Por lo tanto, hay que distinguir entre presión y esfuerzo fiscal.
El esfuerzo fiscal de España, más de la mitad superior a la media europea
En este aspecto “somos campeones del mundo”, continúa aludiendo Vidal. España ocupaba el cuarto puesto en 2021 a este respecto, según el índice Frank, que compara el esfuerzo fiscal por países equilibradamente (divide la presión fiscal entre el PIB per cápita). Pero ahora, el documento sobre competitividad fiscal del IEE la aúpa hasta la primera posición.
Los contribuyentes realizan un esfuerzo 52% superior al de la media europea. Pero, además, como se ha mencionado, ninguna gran economía mundial se acerca a números tan elevados. Por tanto, y como continúa Vidal, “no se puede mantener el discurso de que aquí se pagan menos impuestos que en los países escandinavos, por ejemplo. Eso no es así”. Para ello, para compararnos, en otro ejemplo, con Noruega, continúa, “deberíamos reducir nuestra presión fiscal a la mitad”. En el caso de Dinamarca, habrá que reducirlo un 30%.
El esfuerzo fiscal ‘amenaza’ al empleo
Este componente indicativo, el de los costes sociales, y no solo la inflación, es otro de los responsables de haber minado como pocas veces antes el poder adquisitivo. “El sueldo medio, que ha llegado a los 1.751 euros, el más alto de la historia, tiene un poder de compra similar a lo que teníamos hace catorce años. Esa es la verdad. Subir impuestos a este nivel tiene consecuencias. Es una locura”, analiza Vidal.
“No solo afecta al poder adquisitivo, también al empleo. España ha sufrido un retroceso en competitivo. Es terrible, porque provoca que quiebren empresas, como ya lo han hecho 90.000, y no solo por el recibo de la luz. Esta centrifugadora fiscal destruye el tejido productivo e impide generar empleo. Sin un sistema fiscal que sea reconocible, que sea justo y que sea eficiente no hay quien descifre el código de la salida de emergencia”, finaliza.
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