Los jóvenes tienen realmente difícil emanciparse. Ya no solo les es imposible comprar una vivienda, sino que incluso alquilar un piso en determinadas ciudades sigue siendo muy complicado. Por ello, historias como la de esta joven de 29 años dan la vuelta al mundo. Y es que, en los tiempos que corren, parece totalmente irreal que se pueda comprar una casa por apenas 1,29 euros. Pero sí que ha sucedido de verdad.
La joven, Tia Weston, descubrió a finales del año pasado que existía una casa en Dakota del Norte que estaban a punto de derribar. Pero su dueño se negaba a ello, hasta el punto de estar dispuesto a casi regalarla. “Estaba en tan mal estado que en un momento dado iba a ser entregada a los bomberos para que la quemaran”, explica en un vídeo subido a su canal de YouTube.
Atraída por ella, decidió ir a verla, enamorándose de la misma nada más entrar: “Recuerdo que entré en la casa por primera vez e inmediatamente me encantó”, viendo todo el potencial que tenía. “Era pequeña, la distribución tenía sentido y supe que podría convertirla en la casa de mis sueños”, añade. Además, había un punto importantísimo a su favor, y es que el dueño estaba dispuesto a todo con tal de que no la derrumbaran: “El anterior propietario tenía un apego emocional a esta casa porque era la casa de su infancia”, asegurando que este “básicamente regalaría la casa” si alguien estaba dispuesto a renovarla.
Ofreció menos de 1 euro al propietario y aceptó
Cuando decidió comprar la casa, la joven ofreció un dólar al propietario (al cambio, sería sobre 0,86 céntimos de euro), aceptando este la oferta. Tras ello, se puso con todo el papeleo y a preparar la reforma que, evidentemente, le ha costado algo más. Tal como recoge el medio ‘The Sydney Morning Herald’, se ha gastado alrededor de 40.000 dólares para reformarla, lo que supone alrededor de 52.000 euros.
Por suerte, contaba con 32.000 dólares procedentes de la venta de su anterior casa en Louisville. Y, además, el resto lo ha podido conseguir documentando todo el proceso a través de sus redes sociales. Sobre este, lo primero que hizo fue limpiar toda la casa y, tras ello, empezó con las reparaciones más urgentes, como el tejado, la electricidad, las paredes y los techos.
Ella y su padre sustituyeron las partes del tejado que se habían podrido, aunque muchas de las tejas de madera originales de 1924 estaban en buen estado. Entre arreglo y arreglo, tardó 37 semanas en terminar la reforma y mudarse. “Llevo más de un mes viviendo en esta casa y estoy enamoradísima de ella”, afirma feliz, explicando que siente “que cada rincón” en el que mira “cuenta una historia de lo que fue y de lo que es ahora”.
“Esta casa fue uno de los mayores proyectos de pasión que he tenido en mi vida. Me obsesioné con convertirla en algo hermoso”, añade, concluyendo que ahora se ha puesto manos a la obra con la media hectárea de terrero que incluye la propiedad y la restauración del porche delantero, viéndose ya los resultados. Una compra que, sin duda, se puede decir que le ha salido redonda.
