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Un hombre de 60 años desata la polémica en su comunidad de vecinos por sus continuas fiestas: se oyen “gritos de placer e incluso el sonido de látigos”

Sus fiestas ruidosas y de carácter sexual han generado disgusto entre sus vecinos que piden que pare “en nombre de la decencia pública”.

Personas en una fiesta en el salón de una casa
Personas en una fiesta en el salón de una casa |Envato IA
Lucía Rodríguez Ayala
Fecha de actualización:
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Los conflictos en las comunidades de vecinos son algo habitual, en muchas ocasiones por propietarios o inquilinos que hacen ruido a deshoras. Pero en ocasiones estos conflictos se van de las manos y de ser una molestia leve, desatan el caos en el edificio, tal y como ocurre con las continuas fiestas que un hombre de unos 60 años organiza en su casa y que los vecinos piden que pare en “en nombre de la decencia pública”.

El hombre lleva más de un año organizando fiestas de carácter privado y duración prolongada en su vivienda en París, con música elevada, según explica Gilles Frémont, presidente de la Asociación Nacional de Administradores de Comunidades (ANGC) en Figaro Inmobilier. “Fiestas que podían durar hasta 72 horas, música demasiado alta e incluso contaminación visual: hay una enorme bola de discoteca que gira y se ilumina toda la noche”, detalla.

No obstante, los testimonios de los vecinos han ido más allá del ruido. “Afirma ver hombres entrando y saliendo por la escalera, oír gritos de placer e incluso el sonido de látigos”, relató Frémont sobre las declaraciones del vecino afectado. Todo ello ha hecho sospechar que el uso del piso podría estar vinculado a actividades sexuales organizadas, algo que, aunque no es ilegal por sí mismo, sí podría considerarse contrario al uso residencial de la vivienda.

Las protestas se centran tanto en el ruido como en la naturaleza del uso que está dando al inmueble

El asunto ha llegado hasta la administración del edificio que, según explica el experto, evalúa la posibilidad de interponer una denuncia. La comunidad de propietarios discutirá próximamente si emprende acciones legales para frenar esta situación.

Frémont asegura que “cada vez nos vemos más obligados a intervenir en disputas vecinales y comportamientos antisociales”. En este caso, la administración intentó primero el camino del diálogo. “Tenemos que seguir llamándolos porque la gente ya no quiere hablar entre sí”, lamenta, en referencia a la falta de comunicación directa entre vecinos.

Al no obtener respuesta del propietario que organizaba las fiestas, se procedió a enviarle una carta de advertencia, recordándole las normas de convivencia recogidas en el reglamento del edificio. “El apartamento no puede ser un prostíbulo”, resume Frémont con claridad, aunque advierte que esta cláusula tiene un alcance legal limitado si no se demuestra un uso contrario a la función de la propiedad o molestias reales y persistentes.

Se incluirá en el orden del día de la próxima Junta de vecinos 

El administrador ha decidido incluir el asunto en el orden del día de la próxima junta de propietarios. Si al menos tres vecinos formalizan la denuncia y la mayoría vota a favor, se destinarán 4.000 euros para iniciar acciones legales. “Creo que el procedimiento se aprobará en principio, pero me pedirán un plazo de unos meses antes de interponer la demanda, para darse la oportunidad de llegar a un acuerdo amistoso. Suele hacerse así”, explica Frémont.

En caso de que no se apruebe la vía judicial por parte de la comunidad, los vecinos perjudicados podrán seguir adelante con demandas individuales por alteración del orden público o perturbación excesiva del entorno.

El administrador aclara que, aunque no existe una exigencia legal de que haya varios denunciantes para considerar una molestia como colectiva, en la práctica se suele exigir al menos tres reclamaciones para justificar el uso de fondos comunes en una demanda. “Es más una cuestión de costumbre o de gestión prudente que una norma legal”, matiza.