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Un casero desesperado inicia una huelga de hambre porque su inquilino no paga, ni se marcha de la casa, tras el fin del contrato de alquiler

Ante la falta de soluciones, el propietario ha iniciado una huelga de hambre porque el inquilino se niega a abandonar la casa y ha dejado de pagar el alquiler tras enterarse de que no le renovaría el contrato.

Un hombre rechazando un plato de comida
Un hombre rechazando un plato de comida |Envato
Lucía Rodríguez Ayala
Fecha de actualización:
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Uno de los mayores miedos de cualquier casero es que su inquilino, llegado el final del contrato, no se marche de la vivienda, o peor aún, que deje de pagar el alquiler sin marcharse de la casa. Y justo eso es lo que le ha pasado a un propietario francés de 58 años, que ha iniciado una huelga de hambre para denunciar que, desde hace casi tres meses, su inquilino no le paga y tampoco se va, a pesar de que el contrato acabó en junio. 

Según informan desde el medio francés ‘Nice Matin’ el problema comenzó cuando el casero, informó a su inquilino, un amigo al que llevaba alquilándole la vivienda 12 años, de que no iba a renovar el contrato de alquiler cuando este finalizara. “Le informé hace quince meses. Quería recuperar este apartamento para alojar a un cuidador de mi madre de 88 años, que es dependiente y vive al lado”, explicó el propietario en el medio.

Desde ese momento, la buena relación entre ambos, y su inquilino, ahora convertido en inquiokupa, se negó a marcharse de la vivienda y dejó de pagar el alquiler de 450 euros mensuales. 

El casero toma medidas desesperadas ante la falta de soluciones 

Tras varios intentos de conversación con el inquilino, acudir a abogados y a la alcandía de la ciudad y no poder solucionar el problema, este casero ha tomado una medida desesperada, iniciar una huelga de hambre que comenzó el pasado 11 de septiembre, y desde entonces solo bebe agua y té. 

“He perdido 3 kg. Me siento deprimido. Pero estoy dispuesto a llegar al hospital. Es un acto político. Quiero presionar a los servicios sociales para que le encuentren un lugar donde vivir antes de las vacaciones de invierno”, explicó en el medio, asegurando estar dispuesto a llegar hasta el final. “Estoy dispuesto a llegar hasta la hospitalización”, añadió 

El caso ha llamado la atención de la policía municipal, que ya patrulla la zona con regularidad para vigilar su estado de salud. Los vecinos también asisten incrédulos a esta guerra entre casero e inquilino, que ya no es solo un conflicto privado, sino que se ha convertido en un símbolo de la falta de soluciones ante situaciones así. “La huelga de hambre es un paliativo a la violencia. Siento odio. Con esta huelga de hambre, siento que estoy tomando el control de la situación”, aclaraba el casero. 

Por su parte, el inquiokupa admite haber actuado ilegalmente al permanecer en la vivienda. Pero justifica sus acciones “No me fui porque no puedo. Pero no soy un okupa. He pagado todo el alquiler. Tengo una discapacidad desde 2016 debido a una afección discal y ya no puedo trabajar. He solicitado una vivienda social. Busco una solución”.