Los precios de la vivienda son cada vez más altos no sólo en España, sino que es una tendencia que se está viendo también en países como Francia. Allí, la asociación La Logitude parece haber dado con una solución consistente en promover la convivencia intergeneracional. Jóvenes de 18 a 30 años comparten habitación con una persona de más de 50 a la que ayudan económicamente para que puedan pagar la vivienda pero no sólo eso, sino que les hacen compañía, algo que los mayores tienen en cuenta para, por ejemplo, repartir la herencia.
Ha sido el medio galo Midi libre el que ha publicado la historia de Sofía y Michel, ella de 17 años y él de 83 pero que se complementan a la perfección. Como ha explicado al medio antes nombrado la coordinadora del programa, “la convivencia intergeneracional es una fórmula que da tranquilidad a los padres de los jóvenes y a los hijos de los mayores”. En este caso, que ya se ha convertido en una de las noticias más comentadas en Francia, la chica es ucraniana y llegó a Francia huyendo de la guerra.
Él es viudo y sólo tiene palabras bonitas para su compañera de piso. “Nos enamoramos a primera vista”, señaló ella al ser entrevistada por Midi Libre. Por su parte, Michel reconoce que la casa es enorme, “demasiado grande” y que el jardín “da mucho trabajo” por lo que entre sus ocupaciones diarias está dedicar un rato a cuidarlo.
“No me gusta vivir sóla, mis padres están tranquilos”
Su día a día es el de cualquier pareja normal. Se levantan, desayunan y almuerzan juntos. Luego, “Sofía me da mi pequeña clase de ruso todos los días y yo la ayudo con el francés”, ha señalado. Ella, que está lejos de su familia, desde el primer día decoró la casa a su manera, imprimiéndole su sello personal.
“No me gusta vivir sola, y mis padres están tranquilos porque saben que estoy bien. Michel es como mi amigo y mi abuelo al mismo tiempo”. Una afirmación que comparte su compañero de vida, celebrando la alegría que se respira en la casa.
“Nos tomamos nuestro tiempo para conocernos mejor”
Otro de los testimonios que aparecen en los medios franceses y que recoge Infobae hace referencia a una logopeda de 60 años que ha alquilado un pequeño estudio en el jardín. “Tenía inquilinos pero no interaccionaba con ellos, yo soy activa y necesito gente joven alrededor”. Ha conocido a Lucile, una universitaria de 25 años que ha estado compartiendo piso con ella durante 6 meses. “Hay mucho respeto, nos tomamos un tiempo para poder conocernos”.
Ese tiempo pasó entre café, pelis o series y la amistad que ahora continúa en el tiempo. “Siempre que conozco a alguien, es como si la aventura empezase de nuevo”. Desde la dirección del programa matizan que ese es el objetivo, “lo más importante es que se conozcan y compartan”.
Unos encuentros que no son casuales
La convivencia entre las personas mayores y los jóvenes no son por casualidad. “Cuando se inscriben, lo primero es preseleccionarlos, intento encontrar una pareja que se lleve bien”,. Una vez que se hayan encontrado y que ‘cuadren’ se firma un contrato, en el que quedan claros los objetivos que se persiguen y son de dos tipos.
La primera de ellas es amistosa, con una aportación mensual de entre 200 y 50 euros, con opción de solicitar ayudas al alquiler. Y la segunda, es solidaria, de entre 50 y 100 euros y en este caso, tendrán que estar en la casa varias tardes o noches a la semana. También apoyo doméstico, ha declarado Poitevin al medio de comunicación francés.
