¿Revisas el correo electrónico del trabajo o las redes sociales antes de dormir y nada más levantarte? ¿te agobia no saber manejar el nuevo programa informático de la empresa o que tu mejor amigo o amiga no le haya dado ‘me gusta’ a tu última foto en Instagram? ¿asustado ante la nueva formación del trabajo?
Está relacionada con la salud mental y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habla de ella como una de las pandemias silenciosas, como también se ha denominado a otras problemáticas del bienestar de la ciudadanía: el tecnoestrés, un tipo de estrés relacionado con el uso de las nuevas tecnologías y cuyas consecuencias las llegan a sufrir tanto trabajadores como jóvenes en sus distintos entornos.
¿Qué es el tecnoestrés?
Un uso inadecuado de las nuevas tecnologías en el entorno laboral puede llegar a generar malestar o rechazo hacia ellas y provocar el tecnoestrés, una patología de origen reciente y que constituye un reto para el sector profesional. Es la capacidad para gestionar de forma saludable las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y surge cuando estas requieren recursos y tiempo que el trabajador no puede atender.
Está causado, principalmente, por el uso continuado de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que se extiende fuera del horario laboral. Es decir que, se es incapaz de gestionarlas saludablemente y se acaba desembocando en un estado psicológico negativo porque no consigue llevar a cabo sus objetivos a través de las TIC con los recursos, habilidades y tiempo disponibles.
En su tiempo libre, muchas personas siguen conectadas a sus trabajos a través de sus dispositivos. Algo que ha acelerado la pandemia del Covid-19 y una de sus herencias principales: el teletrabajo. Aunque otros motivos, casi ya por fuera del ámbito laboral, son la necesidad de una respuesta inmediata y la adicción que generan, como en el caso del tecnoestrés juvenil, causado, sobre todo, por las redes sociales.
A este tipo de tecnoestrés se le denomina tecnoansiedad, negatividad y rechazo a las TIC, y tecnoadicción, el uso compulsivo de las redes sociales. Estas dos, junto a la tecnofatiga (agotamiento mental), componen los tres tipos de tecnoestrés.
Consecuencias del tecnoestrés
Según el VII Estudio CinfaSalud, ‘Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés’, tres de cada diez ciudadanos españoles afirman que las nuevas tecnologías aumentan su estrés. siete de cada diez consideran la imposibilidad de “desconectar” del móvil, la tablet o las redes sociales como causa principal de ese tecnoestrés.
Los síntomas característicos del tecnoestrés laboral son aquellos fisiológicos y emocionales característicos del estrés: el aislamiento social, la ansiedad ante el uso de las nuevas tecnologías, el agotamiento o la excesiva dependencia de estas. Aunque también se suelen evidenciarse problemas de sueño y concentración, irritabilidad, fatiga visual, falta de motivación y rendimiento, pérdida de autoconfianza...
Las nuevas tecnologías deben ser una herramienta que los seres humanos controlen, y no al revés. Por lo que es clave aprender a usarlas de forma racional y ajustada a las necesidades de nuestro puesto de trabajo.
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