En España, los kioscos de prensa fueron durante décadas un lugar habitual para comprar periódicos, revistas, cromos o chucherías. Hoy, en plena era digital, sobreviven a duras penas. El consumo informativo se ha trasladado a Internet, las revistas impresas se venden cada vez menos y muchos de estos locales han cerrado. En ese escenario, testimonios como el de Fina Roldán, kiosquera de toda la vida, retratan la agonía de un negocio que fue esencial en los barrios y que ahora apenas se mantiene en pie.
“Los kioscos han caído muchísimo por el internet”, sentencia Fina, propietaria de un kiosco, que asegura en una entrevista para NoticiasTrabajo que su negocio “no va mal, pero no es lo que era”. Con esas palabras resume el declive de un sector que hoy lucha por sobrevivir frente a la digitalización y el cambio de los hábitos de consumo.
Mantener un kiosco “es muy poco rentable”, reconoce, “yo porque tengo el terminal de la máquina de primitiva, que parece que no, pero es un respirillo, pero tampoco te da para tirar cohetes”, explica. En muchos casos, pasar a ser también un punto de venta de Loterías y Apuestas del Estado se ha convertido en el salvavidas de un negocio que ya no se sostiene con periódicos y revistas.
Un negocio que sobrevive por inercia
Los ingresos son irregulares y cada mes es una incógnita. “Lo mismo un mes ganas un poquito bien y otro mes ganas un poquito mal, no llegas”, relata Fina. La estabilidad económica ha desaparecido y la actividad se mantiene más por inercia y apego personal que por rentabilidad: “Ahora sí es vocación porque me gusta, o sea, es como si hubiera nacido en él”, explica. El sacrificio, sin embargo, es enorme “porque trabajas sábado, domingo, festivo, llueva o relampaguee. Estás tirada en la calle al final”, resume la kiosquera.

Mientras en el debate político se discute sobre la reducción de la jornada laboral, ella lo tiene claro en este tipo de trabajo: “Es que si la reduces, pues no comes nada, literalmente”. Preguntada si recomendaría el oficio a las nuevas generaciones, lo descarta de lleno: “No, porque es muy sacrificado”. La pandemia, además, obligó a reducir horarios y priorizar la calidad de vida, aunque eso significase perder aún más ingresos.
Con un descenso de más del 50% en algunos puntos de España entre 2010 y 2022, según la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa de Valencia y Provincia, los kioscos se han convertido en un símbolo de la transformación urbana. Estos locales, que fueron esenciales para el día a día del barrio, hoy están en riesgo de desaparecer salvo por la resistencia de quienes, como Fina, todavía aguantan tras el mostrador.

