La conciliación sigue siendo una asignatura pendiente en España. Aunque, en los últimos años, se han aprobado distintas mejoras (especialmente en materia de permisos, como la ampliación del permiso por nacimiento y cuidado del menor), son muchas las personas que experimentan verdaderas dificultades para compaginar su vida familiar y laboral.
Un ejemplo es que, en nuestro país, más de 507.000 personas trabajan a tiempo parcial para cuidar de familiares o por otras obligaciones personales, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2024. De estas, el 91% eran mujeres (más de 465.000), y es que, en la mayoría de hogares, sigue recayendo en ellas la ‘carga’ de los cuidados.
Sobre este tema se ha manifestado varias veces Eva Egea, madre de dos hijos, quien también habla de emprendimiento o cómo organizarse trabajando desde casa con niños. En esta ocasión, ha puesto el foco en la realidad que se encuentran muchas mujeres cuando les toca retomar su actividad profesional: “hay mamás que dejan a sus hijos llorando en la puerta de la guardería con el corazón roto y luego corren al trabajo con la mochila de la culpa encima”, relata en uno de sus vídeos publicados en Instagram (@evaegru).
“Al final lo injusto no es tener que elegir, lo injusto es que siempre te hagan sentir culpable”
Sobre esta realidad, Egea destaca el sentimiento de culpa que experimentan la mayoría de mujeres, en una sociedad donde parece que se critica tanto que decidas retomar tu vida profesional como dedicarte al 100% al cuidado de los hijos: “Cuando eres madre te ponen dos opciones. Hacerte sentir culpable porque trabajas y no tienes tiempo de estar con ellos o hacerte sentir culpable porque no trabajas si no traes dinero a casa”.
Un escenario que, como otras madres, califica de injusto: “al final lo injusto no es tener que elegir, lo injusto es que siempre te hagan sentir culpable. Hagas lo que hagas”. Así, se crea incluso una especie de distorsión sobre lo que es la maternidad: “ser madre debería sentirse como un regalo, no como una condena de culpa”, concluye.