En los últimos años, el debate sobre las condiciones laborales y salariales en el sector de la construcción ha ido ganando importancia en España. Aunque trabajos como la albañilería, la electricidad o la fontanería siguen siendo esenciales, su reconocimiento y sus salarios no siempre se ajustan al esfuerzo y la especialización que exigen. Esta falta de equilibrio ayuda a explicar por qué cada vez cuesta más encontrar relevo generacional en el sector.
Así lo ha señalado el testimonio de Cristian, un albañil con más de una década de experiencia como autónomo, que ha repasado en una entrevista para NoticiasTrabajo la evolución de su carrera y la realidad económica a la que se enfrentan quienes deciden dedicarse plenamente a este oficio.
Comenzó a trabajar en el sector a los 16 años
Desde los ocho o nueve años, Cristian tenía claro que quería trabajar en la construcción. Asegura que nunca encajó bien en el colegio, que “entraba y desconectaba”, pero sí mostraba desde pequeño una habilidad innata para arreglar enchufes y pequeñas averías en casa de su familia. A los 16, el mismo día de su cumpleaños, comenzó “a trabajar en reformas y construcción” gracias a un vecino lampista “de los de antes”, un profesional del que aprendió “todo lo importante del oficio”.
Tuvo un primer sueldo modesto, de 75.000 pesetas al mes, lo que equivaldrían a unos 450 euros de hoy. Sin embargo, muy pronto empezó a complementar esos ingresos con pequeños trabajos los fines de semana. “Haciendo instalaciones eléctricas por mi cuenta podía sacarme 1.200 euros al mes solo en cuatro sábados”, explica.
La progresión continuó cuando entró en una empresa grande del sector. Allí comenzó con un salario de 1.000 euros, aunque su jefe le subió hasta 1.200 euros antes de finalizar el primer mes al comprobar su autonomía y rapidez.
Cuánto gana un albañil autónomo
Cristian trabaja como autónomo desde 2015, una decisión que, según asegura, cambió por completo su situación económica. “En aquel momento vivía de alquiler y pagaba el coche cada mes. Hoy tengo cuatro casas, incluidas la mía y otras tres que alquilo, y un taller de coches también alquilado”, resume. Aunque sostiene que continúa en activo porque le apasiona el oficio, afirma que podría “vivir casi de los alquileres”.
En su etapa inicial como autónomo, cuando trabajaba en solitario, llegó a facturar entre 6.000 y 7.000 euros limpios al mes. Hoy, con una estructura empresarial propia, que incluye una SL y varios trabajadores, se asigna una nómina de 3.000 euros netos, aunque sus beneficios totales siguen situándose en torno a 6.000 euros mensuales.
Esfuerzo físico, responsabilidad y una diferencia salarial marcada
La experiencia de Cristian refleja la distancia que separa a los asalariados del sector y a quienes trabajan por cuenta propia. Según señala, el salario de un profesional con experiencia por cuenta ajena podía situarse en torno a los 2.400 euros mensuales, “un buen sueldo” en comparación con otras actividades. Pero sostiene que el margen de crecimiento es limitado frente al autoempleo.
Según defiende, especializarse, ya sea en fontanería, electricidad, pladur o instalaciones, permite acceder a ingresos más elevados si se trabaja con profesionalidad y constancia. “Con este oficio, si lo haces bien, te puedes comprar un piso, apalancarlo y adquirir otro. Seguro”, afirma.
