La vuelta al cole se ha convertido en un gasto imposible para miles de familias en España. Uniformes, mochilas, material escolar y actividades extraescolares disparan un presupuesto que en muchos hogares no se puede asumir. Para las familias más vulnerables, septiembre supone una carga económica que solo pueden afrontar recurriendo a organizaciones sociales.
Es el caso de Carmen Campos, una mujer de 54 años, ama de casa, que sostiene a su pareja, sus dos hijos y tres nietos y tiene que hacer malabares para gestionar su economía con la vuelta al cole. “No tengo recursos para que mis niños vayan al cole como todos los niños, que no les falte un lápiz o una goma”, confiesa durante una entrevista con NoticiasTrabajo.
Le retiraron el Ingreso Mínimo Vital
Carmen cuenta que la retirada del Ingreso Mínimo Vital (IMV), la ayuda con la que hasta entonces sobrevivía, fue el punto de inflexión. “Me dieron de baja del ingreso mínimo y se me terminó la ayuda”, lamenta, consciente de que la situación llegó a asfixiarla, a pesar de tener un trabajo de pocas horas en la cocina de un bar.
“Me ahogaba la preocupación de decir: ‘¿Ahora yo qué hago?’”, comenta entre sollozos recordando que sus nietos le decían que ellos no tenían colores, a diferencia del resto de compañeros.
Cruz Roja fue su salvación
Sin ingresos suficientes, la única salida fue acudir a Cruz Roja, que le proporcionó alimentos y material escolar para sus tres nietos, que debía preparar para septiembre. “Me han proporcionado los materiales de los niños para poder llevarlos al cole, porque son tres y vale mucho dinero”, explica. También recibió una tarjeta monedero para afrontar los gastos básicos.
La organización insiste en que su apoyo va más allá de los lápices o las mochilas. “Muchas familias de repente llegan y no tienen recursos para clases de apoyo escolar, actividades extraescolares o asesoramiento educativo. Desde todos los departamentos intentamos ayudar en lo posible”, señalan desde Cruz Roja.
Además, hacen un llamamiento a la población para donar material nuevo y en buen estado para garantizar la dignidad de los menores. Por ello, piden que si se dona material, “sea bonito, porque cuando uno es niño le gusta que huela a nuevo y sentirlo como propio”, aseguran.
