Parece una broma, pero el calentamiento global y el deshielo ‘ha servido para algo bueno’ si tomamos en cuenta que en Alaska han descubierto bajo un río helado más de 1.100 teravatios-hora de energía que estaban ocultos. Una energía que no para de fluir aún con el río congelado y no necesita ser extraída. ¿Lo mejor de todo? Que es suficiente energía como para cubrir una tercera parte del consumo eléctrico anual total de Estados Unidos.
La Universidad de Alaska Fairbanks (UAF) ha realizado unos estudios sobre esta fuente de energía, afirmando que estos ríos helados podrían proporcionar acceso a más de 1.100 teravatios-hora (TWh) de electricidad renovable al año. ¿Por qué renovable? Porque el agua sigue fluyendo, incluso bajo la superficie de ríos como el Yukón, que están congelados durante meses, tal y como afirman los científicos. Esta enorme corriente de energía, que está sin explotar, no necesita ser fracturada, importada de ningún país ni extraída, por lo que podría dar la vuelta al tablero energético mundial y cambiar las tornas de un país que antes dependía más de la energía importada desde fuera.
Pero, ¿cuánta energía suponen 1.100 TWh concretamente?
1.100 teravatios-hora es la energía suficiente como para cubrir a 100 millones de hogares durante un año entero, lo que se traduce nada más y nada menos que al 30% del consumo total de electricidad de Estados Unidos en un año. Ahora sí que parece sinónimo de independencia energética, ¿cierto?
Esto es mucho más que la producción anual de todos los paneles solares instalados actualmente en Estados Unidos en total de todos los estados. Es más, si se aprovechara solo una pequeña parte de esa capacidad, podría proporcionar una fuente de energía estable y gestionada localmente para zonas remotas que nunca han tenido electricidad fiable. Y eso sin contar los beneficios económicos de capacitar a la población local para construir, mantener y ampliar la infraestructura.
Cómo hacer uso de esa energía
No es ciencia ficción ni requiere grandes presas. La energía hidrocinética aprovecha el flujo natural de los ríos colocando turbinas especiales bajo el hielo, sin alterar el ecosistema ni necesitar una infraestructura muy especial o que cueste mucho.
Las Turbinas Reactivas de Palas Reversibles (RRBT) están diseñadas para operar incluso en ríos de corriente lenta cubiertos de hielo. Con una subvención de 1,5 millones de dólares del Departamento de Energía de EE. UU., estas turbinas se están probando en el río Tanana, en Alaska, para abastecer a comunidades indígenas aisladas que hoy dependen de generadores diésel transportados por aire o río durante el verano.
A diferencia de la energía solar o eólica, los ríos fluyen todo el año, incluso cuando se congelan, lo que los convierte en una fuente constante y confiable de energía limpia.
De dónde nace el proyecto: un camino hacia la independencia energética
El proyecto no nace en Silicon Valley, sino de una colaboración pública liderada por la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF), el Centro de Energía y Potencia de Alaska (ACEP), Creek Tides Energy and Power, Southwest Research Institute y el Centro de Energía Marina del Pacífico, dependiente del Departamento de Energía.
Otros países ya aplican esta tecnología: Escocia con su sistema MeyGen, Nueva York con turbinas en el East River y Canadá en aldeas remotas del norte.
Aunque Alaska no es pionera, sus ríos extensos y duros inviernos la convierten en un laboratorio ideal. En un contexto donde la energía renovable aún tiene limitaciones, los ríos podrían ofrecer una vía constante hacia la independencia energética. Bajo el hielo del Yukón, no hay petróleo ni oro, sino una oportunidad para redefinir el futuro energético de Estados Unidos.

