
Un ascensor sin espejo es sinónimo de claustrofobia. Así lo establecen los diferentes estudios psicológicos que se han hecho sobre este tema. Por esta razón, la mayoría de los ascensores cuentan con espejos. Así se evita que el viaje a la última o primera planta del edificio sea lo menos agobiante posible. Los espejos transmiten una sensación de amplitud que nos genera menos claustrofobia en nuestro cerebro. Un espejo puede hacer que un habitáculo tan pequeño como un elevador parezca el doble de grande.
Y no solo eso, también hacen que el trayecto en el ascensor parezca mucho más corto. Muchas personas se han mirado alguna vez en un espejo o incluso se han hecho una foto en él. Es una forma de entretenerse mientras viajamos. Nos miramos, reflexionamos sobre nuestra imagen, nos peinamos o nos arreglamos, y casi sin darnos cuenta, hemos llegado a nuestro destino.
También afectan a la psicología en nuestro cerebro reduciendo el riesgo de vandalismo en el interior. Como nos podemos ver a nosotros mismos y a la persona que nos esté acompañando en ese momento, también vemos todos sus movimientos y así prevemos algún acto vandálico que pudieran hacernos: robos, agresiones. De este modo la persona está mucho más coaccionada y limitada.
Sitios con ascensores sin espejos
Sin embargo, no todos los lugares mantienen los espejos en los ascensores. Un ejemplo son los hospitales. Una de las principales razones es el impacto emocional que pueden generar. Tanto los visitantes como los pacientes suelen reflejar en sus rostros expresiones de tristeza, agotamiento o palidez, lo que puede intensificar la incomodidad emocional de quienes utilizan el ascensor. Para evitar este efecto, se opta por no incluir espejos en estos espacios.
Otra de las zonas donde los espejos no suelen ser un gran aliado son las paradas o intercambiadores del transporte público. Esto está relacionado con el estado emocional de las personas en esos espacios, ya que las largas esperas pueden generar frustración, enfado y otros sentimientos negativos. Para minimizar estas emociones, los responsables del diseño de estos lugares prefieren evitar el uso de espejos, contribuyendo así a reducir el estrés de los viajeros y a crear un ambiente más neutral. En resumen, los espejos no tienen cabida en autobuses, trenes o estaciones de metro.
En los lugares de trabajo, por lo general, los espejos están desaconsejados. Estos objetos tienden a multiplicar todo lo que reflejan, lo cual puede afectar negativamente a la concentración. Por esta razón, no se recomienda colocarlos en oficinas, salas de reuniones u otros espacios laborales, ya que pueden reducir la energía, dificultar el enfoque en las tareas y hacer que el trabajo parezca más agotador y pesado. Además, su presencia puede influir en el estado de ánimo, disminuyéndolo gradualmente.
Si trabajas desde casa, es importante tener en cuenta estos factores antes de incluir un espejo en tu espacio de trabajo. Reduciendo el impacto visual que generan, puedes aumentar tu eficiencia y minimizar la fatiga emocional asociada con la sobrecarga sensorial. De este modo, evitarás una frustración innecesaria y mejorarás tu productividad.
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