Trabajar ya no te garantiza llegar a final de mes ni tener una vida digna

Un informe de Oxfam Intermón analiza la pobreza laboral en España, una realidad que afecta a casi tres millones de personas.

Hombre pidiendo en la calle
Trabajar ya no te garantiza llegar a final de mes ni tener una vida digna. EFE
Esperanza Murcia

Tener un trabajo ya no te asegura una vida digna. Es lo que desde Oxfam Intermón han plasmado en su informe ‘Pobreza Laboral: cuando trabajar no es suficiente para llegar a fin de mes’, publicado hoy, donde se pone de manifiesto que esta alarmante realidad afecta a casi tres millones de personas (2.957.000). Hoy en día, el 13,7% de las personas empleadas vive por debajo del umbral de pobreza. Dicho de otra forma, el 29% de las personas en riesgo de pobreza tiene trabajo, pero dicho empleo es de tan baja calidad que es insuficiente para salir de la pobreza.

“Nos encontramos ante una desconcertante paradoja: hay muchas personas que se esfuerzan cada mañana en ir a trabajar y, sin embargo, esto ya no les garantiza salir de la pobreza”, explica el responsable de políticas de protección social y empleo de la organización, Alejandro García-Gil. 

Según I Encuesta de Desigualdades elaborada por Oxfam Intermón, de las personas encuestadas que se encontraban en pobreza laboral, el 37% manifestaba que con su salario no podía llevar una vida digna, una insatisfacción casi 20 puntos porcentuales mayor que la manifestada por aquellas personas con trabajo que se encontraban por encima del umbral de la pobreza.

Los efectos de la pobreza laboral no solo se manifiestan en lo monetario (no poder ahorrar, no poder permitirse pagos imprevistos…), sino que llevan la desigualdad más allá de lo material. Así, las personas en pobreza laboral manifestaban tener una peor situación emocional: el 28% consideraba estar poco o nada satisfecha con su vida emocional, mientras que entre quienes vivían cómodamente esta insatisfacción emocional afectaba al 20%. 

Sectores más golpeados por la pobreza laboral

Los sectores más golpeados por la pobreza laboral son la agricultura y el trabajo de hogar, donde 3 de cada 10 personas trabajadoras viven en pobreza a pesar de tener un empleo. Le siguen los sectores de hostelería y construcción, que afectan a 2 de cada 10 personas empleadas. Transversal a todos los sectores de actividad hay otro problema del mercado laboral: 1 de cada 4 personas trabajadoras autónomas y de las empleadas a tiempo parcial también se encuentra en pobreza laboral.

En el informe también se recoge que los sectores anteriores, la agricultura, el trabajo del hogar y la hostelería, se caracterizan por tener unas condiciones laborales que vulneran los derechos de las personas trabajadoras. Asimismo, también es relevante el dato del pluriempleo: un 30% de las personas en situación de pobreza laboral manifiestan tener otro trabajo además del principal de manera habitual o puntual y un 45 % señalan que, aunque solo tienen un empleo, tratarían de tener un segundo trabajo de disponer de más tiempo. 

De ese modo, la pobreza laboral “es habitual incluso cuando existe más de un empleo y, además, la falta de disponibilidad de tiempo de gran parte de las personas en riesgo de pobreza les impide trabajar más para salir de la pobreza”.

Características de la pobreza laboral

El informe de Oxfam Intermón también recoge que casi el 30% de las personas nacidas fuera de la Unión Europea están en situación de pobreza laboral, 20 puntos porcentuales más que aquellas nacidas en España. De hecho, el país de origen de la característica demográfica que más peso tiene a la hora de explicar qué personas se ven más afectadas por la pobreza laboral. Por comunidades autónomas, Andalucía se sitúa a la cabeza de la pobreza laboral con una tasa del 19,4 %, completando el podio Extremadura (17,2 %) y Castilla – La Mancha (15,4 %). 

Atendiendo a todos estos datos, desde la organización avisan de que “a pesar de la creación de empleo, el sistema productivo y el modelo económico español siguen generando puestos de trabajo de baja calidad”, con una consecuencia clara: “tener un empleo ya no garantiza llegar a fin de mes en condiciones dignas”. A esto se le suma el encarecimiento de la vivienda y de los servicios básicos, que ha agravado aún más el problema. Tanto así, que los hogares en situación de pobreza laboral destinan entre el 67% y el 79% de sus ingresos al pago de la vivienda y los servicios básicos.

Siguiendo con las características, 6 de cada 10 personas en pobreza laboral habrían querido continuar sus estudios, pero el 54% se vio obligado a abandonarlos por falta de recursos o por la necesidad de trabajar para subsistir. Este ciclo, según el estudio, perpetúa la desigualdad, “ya que quienes no acceden a una educación superior tienen más probabilidades de conseguir empleos precarios y mal remunerados”.

Así pues, la pobreza laboral afecta a los niveles formativos más bajos (tasa de pobreza laboral del 20 % entre personas con estudios primarios, cuatro veces más que entre la población con estudios superiores), registrándose el problema de que las personas con menor nivel de estudios solo encuentran oportunidades laborales en los sectores menos cualificados, en los empleos más precarios, que les abocan a esa pobreza.

También constatan que la pobreza laboral afecta más a las personas de mayor edad. Las personas mayores de 50 años (tasa de pobreza laboral del 12,2 %), cuyos empleos tradicionales desaparecieron en la Gran Recesión, no se han podido recualificar y encuentran más dificultades para encontrar trabajos dignos en la que debe ser su última etapa laboral antes de la jubilación. 

Secuelas de la pobreza laboral

Oxfam Intermón manifiesta que esta pobreza laboral tiene efectos devastadores y más profundos: “Además de las implicaciones económicas, la pobreza laboral también deja una importante huella emocional: estas personas se ven obligadas a vivir para trabajar y no a trabajar para vivir; tienen que dedicar íntegramente sus sueldos a gastos básicos renunciando a cualquier forma de ocio y disfrute del tiempo libre, lo que impacta fuertemente en su salud mental. Vemos el agotamiento y la desesperanza de quienes, a pesar de tener empleo, no pueden avanzar económicamente ni disfrutar de una vida digna”.

En este sentido, más de la mitad de los hogares en pobreza laboral (55,3%) ha tenido que renunciar en el último año a servicios de salud esenciales como tratamientos dentales, gafas o seguimiento psicológico, debido a la falta de recursos. 

Soluciones para combatir la pobreza laboral

Desde Oxfam instan a tomar medidas urgentes para enfrentar esta realidad y mejorar la calidad de los empleos, ofrecer una protección social más amplia y reformar el sistema de prestaciones, de modo que las familias más vulnerables no queden desprotegidas.

“No basta con crear empleo: es necesario garantizar que éste sea de calidad y que permita a las personas vivir con dignidad. Para muchos hogares, un salario no es suficiente si no viene acompañado de condiciones laborales justas, el acceso a una vivienda digna y un sistema de protección social robusto que les permita salir adelante. Detrás de cada cifra hay una historia de lucha y sacrificio. En un país que crece económicamente, es importante que este crecimiento se traduzca en mejores condiciones de vida para todas las personas”, manifiesta Garcia-Gil.

Desgranando estas posibles soluciones por alguno de los problemas constatados, el bajo nivel de estudios y la baja cualificación entre personas trabajadoras de más de 50 años pueden resolverse, según la organización, afrontando la reforma de las Políticas Activas de Empleo (PAEs) y la Garantía Juvenil+ (GJ+) que contempla la Ley 2/2023 de Empleo y aplicando la Resolución del Consejo de la Unión Europea sobre un nuevo plan europeo de aprendizaje de adultos 2021-2030 y la recomendación del Consejo de la Unión Europea 2022/C 243/03, relativa a las cuentas de aprendizajes individuales. 

“Las PAEs deben mejorar atendiendo a la evidencia que pone el foco en la mejora de la tutorización y orientación, ofreciendo formaciones integrales ajustadas a las necesidades del mercado de trabajo y la realidad de cada caso. Las PAEs no solo deben llegar a las personas desempleadas, también deben contribuir a la formación continua de las personas con empleo, permitiendo que aquellas personas con trabajos precarios se recualifiquen y puedan acceder a trabajos con mejores condiciones”, manifiestan. 

En lo que respecta a la pobreza laboral que sufren las personas migrantes, creen que es necesario acabar con la discriminación que sufren en el mercado laboral, “para lo que se hace imprescindible aprobar la Proposición de Ley para una regularización extraordinaria para personas extranjeras en España, conforme a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP)”. También consideran que hay que acelerar la homologación y convalidación de titulaciones obtenidas en el extranjero, “dado que el no reconocimiento de estas condena a muchas personas migrantes a la sobrecualificación laboral y el trabajo precario”.

Por último, atendiendo a las características del mercado laboral, el informe señala que 1 de cada 4 personas con contratos a jornada parcial y personas con trabajo autónomo sufren pobreza laboral, más del doble que quienes trabajan a tiempo completo y como asalariadas. Para combatir la pobreza laboral que provocan las jornadas parciales, “es necesario atajar la parcialidad no deseada y las jornadas parciales que, por abuso de horas extra, son de facto jornadas casi completas, pero sin la cobertura total de derechos”. 

Por ello, tachan de “urgente” cumplir “con la obligación que tiene el Estado español de trasponer de forma garantista para con las personas trabajadoras con contrato parcial, la normativa europea recogida en la Directiva (UE) 2019/1152 del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea”. 

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