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Pauline (35 años), funeraria, habla claro de su sueldo: "Un embalsamador principiante gana unos 1.700 euros netos, y con 5 a 10 años de experiencia, se pueden alcanzar los 2.400 euros netos"

Estudió periodismo y trabajó como tour manager, pero con 30 años dio un giro radical a su carrera.

la tanatopractora en su casa
Pauline (35 años), funeraria |Johnny Cercueil - Emploi Le Figaro
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Una mujer que trabaja como funeraria cobra hasta 2.400 euros netos al mes, en un empleo en el que se puede llegar a cobrar hasta 6.000 euros según algunas webs. No fue fácil, ya que en sus comienzos ella era periodista y también trabajó como tour manager, por lo que tuvo que dar un giro por completo a su carrera.

Pauline, de 35 años, es una embalsamadora y tanatopractora muy cotizada que trabaja en la Alta Saboya y ahora se prepara para regresar a París, donde ejercerá la misma profesión: devolver la paz a los difuntos. "Encajo en el estereotipo de la adolescente gótica", dice la francesa en una entrevista como Le Figaro, relacionando su aspecto con el estereotipo de la gente que desempeña el mismo trabajo que ella.

“De adolescente, ya quería dedicarme a este oficio oscuro y misterioso que pocos pueden hacer. Mis padres pensaban que era una locura”, resume Pauline.

Antes de empezar a trabajar en los entierros, Pauline había tenido varias experiencias con empleos muy diferentes. Licenciada en periodismo, trabajó en Canal+ y France Télévisions antes de convertirse en mánager de giras para grupos musicales. “Pasé mi vida en la carretera”, recuerda. 

Tras estudiar periodismo y trabajar como tour manager, dio un giro radical a su vida con solo 30 años y cumplió su sueño adolescente: “Quería una vida más estable. Así que me lancé”.

Cómo ser funerario: 6 semanas de formación

La formación arranca con 6 semanas de teoría (295 horas en total) y culmina con un examen nacional muy competitivo. "De aproximadamente 400 solicitantes, solo 70 son seleccionados", explica Pauline. Después llega la parte más larga: ocho meses de formación práctica, durante los cuales los alumnos deben realizar al menos 75 procedimientos de embalsamamiento. "Encontrar un buen mentor es clave: la tanatopraxia se aprende con la práctica, no con libros. También es esencial observar los procedimientos de embalsamamiento antes de comprometerse: algunas personas descubren demasiado tarde que no pueden tolerar la práctica".

Cada mañana, Pauline recibe su planificación diaria, que le indica si tiene que desplazarse a una funeraria, a un hospital o a un depósito de cadáveres. "Viajamos con todo nuestro equipo. Es un trabajo que implica muchos desplazamientos", cuenta. Lo habitual es realizar entre cuatro y cinco servicios al día, aunque en invierno la carga de trabajo suele aumentar. "Suelo empezar sobre las 8:00, pero nunca sé realmente cuándo terminaré. Es un trabajo en el que sabes cuándo empiezas, pero no cuándo llegas a casa". Los fines de semana y los festivos también pueden formar parte de las guardias, dependiendo de las necesidades de la empresa.

Su labor consiste en garantizar la higiene, la conservación y la presentación del cuerpo. Para ello, se inyecta un líquido conservante en el sistema arterial, con el objetivo de desinfectar y retrasar la descomposición. Es un trabajo muy minucioso que, en algunos casos, implica reconstruir heridas. Después se cierran cuidadosamente las incisiones y se prepara el cuerpo: se tapan los senos paranasales y la garganta con algodón para evitar fugas u olores. Por último, se cierra la boca con una ligadura, se colocan pequeños protectores de plástico bajo los párpados para mantener los ojos cerrados y se procede al maquillaje y al vestido.

Pauline pone especial cuidado en que el rostro del difunto siga siendo reconocible. "No cambio a las personas. Si tenían una tez particular debido a una enfermedad, la conservo. La familia necesita reconocerlas". Esa atención al detalle llega incluso a los gestos más pequeños: "Selecciono los cosméticos con cuidado, a veces añadiendo un toque de perfume. Son pequeños gestos, pero humanizan el momento".

También insiste en la importancia de respetar la voluntad del fallecido y de la familia. "Nunca realizamos ningún tratamiento sin la autorización escrita de la familia. Algunos piden conservar sus joyas, otros que les arreglen el cabello de cierta manera. Es fundamental respetar estos detalles: incluso después de la muerte, el cuerpo tiene derecho a su dignidad".

Con el paso del tiempo, su relación con la muerte ha cambiado. "Me di cuenta de las diferencias de trato entre familias según sus recursos. La muerte también es una máquina económica. Pero, sobre todo, mi profesión me ha enseñado a perderle el miedo. Cuando entiendes lo que está pasando, lo desmitificas". En su entorno, esta forma de verlo ha ayudado a romper muchos tabúes: "Mis seres queridos ya no dudan en hablarme de ello. Algunos incluso me han confiado sus últimos deseos. Hablar de ello ya es un paso hacia la aceptación de la muerte".

El trabajo no solo es mentalmente duro, también lo es a nivel físico. "Trabajamos con frío, con chaquetas de plumas, cargando maletas de quince kilos". Aun así, lo más complicado es la carga emocional. Pauline recuerda perfectamente su primer embalsamamiento infantil: "El día anterior, estaba convencida de que iba a desmayarme. Pero una vez allí, mi instinto profesional me dominó". Para poder seguir adelante, se impone reglas claras: "No debes traer a tus muertos a casa. Y, sobre todo, tienes que mantener una vida fuera del trabajo".

Se puede ganar hasta 6.000 euros

A diferencia de lo que muchos creen, la tanatopraxia no es una profesión que haga rico a nadie. "Algunas páginas web afirman que se pueden ganar 6.000 euros al mes. ¡Dame el nombre de esa empresa!", dice entre risas. Los servicios los pagan las familias a las funerarias, que luego subcontratan a los embalsamadores. "Una familia puede pagar 350 euros, pero nosotros solo recibimos unos 150 euros".

En la práctica, los sueldos son mucho más modestos. "Un embalsamador principiante gana unos 1.700 euros netos, y con 5 a 10 años de experiencia, se pueden alcanzar los 2.400 euros netos", concluye Pauline.