Patricia tiene 93 años y ha trabajado como administrativa en Pfizer y al frente de su propia empresa de alquiler de viviendas que abrió en 2006. Ahora, con problemas en las piernas debido a que tiene una discapacidad, está buscando empleo de nuevo. El motivo es porque con lo que cobra de pensión de jubilación de la Seguridad Social americana (el seguro social) el pago de las facturas y los demás gastos, apenas llega a fin de mes.
El único requisito que pide es que la dejen teletrabajar. No está en condiciones de desplazarse a ninguna oficina, tal y como le ha explicado al medio Business Insider. “No hay mucha gente con mi edad que esté buscando un trabajo”, explica. La realidad es que cada vez son más los mayores que buscan regresar al mercado laboral, bien porque necesiten dinero o bien porque quieran sentirse útiles y activos.
Este no es el caso de Patricia, que es madre de seis hijos y explica que lo suyo no es quedarse quieta. “Cuando no sabes lo que hacer, al final no haces nada”, resalta, “la situación se me fue acumulando, y no pude prever que iba a empeorar de esta manera”.
Es una de los 1,4 millones de personas de más de 65 años que tienen reconocida alguna discapacidad y aún así están trabajando, como apunta este periódico digital. Patricia justifica su situación asegurando que “después de pagar mis facturas, me cuesta tener dinero extra a fin de mes para comprar un carrito lleno de comida en el supermercado”.
Acumula currículums en su mesa y asegura que necesita trabajar
La anciana se acerca a su mesa llena de papeles mientras le realizan la entrevista y comenta “realmente necesito trabajar”. Luego muestra su currículum y un dossier que ha hecho ella misma con 50 páginas webs gracias a las que conseguir un empleo con las características que está buscando.
Es complicado, más aún debido a la discapacidad con la que convive desde hace años. “Me asusté mucho cuando empezaron a dolerme las piernas”. En el mes de diciembre de 2024 se cortó con una caja en la pierna, y unos meses más tarde empezaron los problemas cuando la herida se infectó.
“Has pasado por mucho… ¿has comentado ya las veces que te has roto algún hueso?”, le pregunta su enfermera. “Catorce”, contesta ella.
“No puedo dormir, me pregunto por qué no he conseguido ahorrar”
Reconoce que por las noches le cuesta pegar ojo y el motivo no es otro que la complicada situación económica por la que atraviesa. “Cada noche, cuando me acuesto, empiezo a pensar que tal vez lo que tengo no me dure hasta la muerte”, se lamenta, “por Dios, tendría que haber ahorrado hasta el último céntimo”.
Su problema es el de otras muchas personas residentes en Estados Unidos, no tienen dinero para poder jubilarse y vivir tranquilas. De hecho, en BI han entrevistado a más de 175 ancianos, de más de 80 años, que están buscando un empleo para completar lo que ganan en sus pensiones.
Muchos explican que sus condiciones económicas son tan complicadas que, a pesar de haber cumplido ya la edad de jubilación, necesitan un sueldo para completar la nómina.

