El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), dependiente del Ministerio de Trabajo, organizó una jornada técnica sobre Salud Mental en la que se puso el foco en la salud mental. No es baladí porque, en España, las cifras muestran un crecimiento muy significativo de los trastornos mentales asociados al trabajo. Como ejemplo, entre 2018 y 2024, las bajas por síntomas emocionales aumentaron cerca de un 490%, los diagnósticos de estrés grave crecieron un 230% y los trastornos de ansiedad subieron un 120%.
Según informa el INSST, el sistema PANOTRATSS, que registra las patologías no traumáticas asociadas al trabajo, notificó en este mismo periodo un total de 808 patologías clasificadas como “trastornos mentales y del comportamiento”, siendo los episodios de ansiedad los más frecuentes (más del 70% de los casos). Por otra parte, el sistema DELT@, que tramita los partes de accidentes de trabajo, registró también en este periodo 4.916 accidentes laborales derivados de daño psicológico por agresiones y amenazas.
Tal así, que los trastornos mentales son ya la segunda causa de incapacidad temporal en España. Según datos del INE, solo un 21% de los pacientes con depresión se encuentran trabajando. Además, la depresión es el motivo más frecuente de incapacidad laboral de más de 15 días, con una duración media de 167,9 días. En el ámbito europeo, más de la mitad de las ausencias laborales están relacionadas con el estrés, según el Parlamento Europeo.
Un problema no solo de España
Esta cuestión no sólo afecta a España, sino que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se pierden 12.000 millones de días laborales a causa de la depresión y la ansiedad. Según datos de la OCDE, en los países industrializados las jornadas de trabajo perdidas suponen entre el 3% y el 6% del PIB.
La importancia de atender los riesgos psicosociales
Durante las jornadas técnicas del INSST, se manifestó que estos datos no son fenómenos aislados, sino la consecuencia de una exposición prolongada a riesgos psicosociales: altas demandas, bajo control, ausencia de apoyo o inseguridad laboral. Esto demuestra la necesidad de que empresas y organizaciones integren en su cultura organizativa sistemas de gestión del bienestar psicológico, entendiendo la salud mental desde una perspectiva colectiva y social.
También destacaron la prioridad de implementar un proceso sólido y continuo de gestión de riesgos psicosociales, que actúe en origen y cuente con la participación activa de las personas trabajadoras, siguiendo lo establecido en la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales. En este sentido, identificaron cuatro líneas fundamentales para actuar sobre la salud mental en el trabajo:
- Prevenir riesgos psicosociales mediante intervenciones en las organizaciones.
- Reforzar la conciencia y formación de personas directivas y trabajadoras para la detección temprana.
- Apoyar a quienes ya presentan problemas de salud mental a través de adaptaciones, programas de retorno al trabajo y apoyos en el empleo.
- Crear entornos laborales que aseguren liderazgo, inversión, derechos, participación, evidencia científica y cumplimiento normativo.

