Llegar a la edad de jubilación es una buena noticia en muchos casos para los trabajadores que ven de ese modo, el momento de disfrutar de un merecido descanso de la vida laboral. Más aún cuando se llevan 40 años cotizados en la misma empresa, y asegura cobrar una pensión de jubilación con la que vivir despreocupado y poder realizar planes como viajar con el Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales).
Esta podría ser la historia de Roland Favre, pero es completamente distinta. Tiene 63 años y su empresa le ha despedido después de 40 años con un contrato indefinido. Su carrera profesional, como informa Watson, siempre había estado ligada a este negocio, donde comenzó como agente telefónico y llegó a ser responsable de logística. Cuando le faltaban pocos meses para poder jubilarse, sus jefes decidieron rescindir el contrato de trabajo y le comunicaron que no contaban con él.
Durante todos sus años de trabajo, ha explicado en este medio, ha tenido que hacer cursos de formación e incluso ha duplicado sus funciones y aumentado sus horas de trabajo en los casos en que hacía falta, “cuanto todos los demás ya no estaban”, ha señalado.
Su empresa avisó del recorte de 200 empleos
La empresa en la que trabajaba Roland anunció que iba a recortar 200 puestos de trabajo en sus sedes repartidas por toda Europa. Entre ellas, estaban las oficinas en las que este hombre tenía su oficina desde hace cuatro décadas. Cuando le comunicaron su despido, no le dieron opción de una jubilación anticipada ni de cobrar ningún extra a modo de compensación.
Sí consiguió una indemnización (correspondiente a seis meses de su sueldo) después de hablar con sus jefes y comunicarles que tenía intención de acudir a un abogado. “Estaba a pocas semanas, días de solicitar la pensión de jubilación, fue completamente inesperado”. Poco después, se dio cuenta de que la empresa había eliminado su puesto de trabajo en todas sus sedes como Alemania, Austria y Eslovenia.
“Seguramente le salía demasiado caro a la empresa”
En Suiza, la idea de la jubilación anticipada no tiene buena aceptación por parte de las empresas. La intención que se persigue es la de reducir el gasto en pensiones (igual que se ha planteado en Australia recientemente con la subida de la edad de jubilación). Favre ha señalado que esta postura “demuestra una gran desconexión con la realidad” ya que “un trabajador de 65 años puede seguir con normalidad en su puesto, pero los que despiden antes de esa edad, se encuentran con un mercado de trabajo que les cierra las puertas”.
Por eso, ha pedido, al igual que otros muchos “una alternativa para financiar las pensiones” mientras sigue enviando currículum a través de las diferentes oficinas de empleo. “Me siento tirado como una bolsa de basura, yo no quería y no quiero jubilarme todavía, por eso espero que la suerte me sonría”.
150 solicitudes de empleo y ninguna llamada
Ahora que está desempleado, recorre todas las oficinas de empleo en búsqueda de un nuevo puesto de trabajo. “He enviado más de 150 solicitudes, sin que ninguna termine en un contrato indefinido, me llueven los rechazos”.
“Aunque no entra en mis planes, porque quiero seguir trabajando, me he planteado la opción de jubilarme a pesar de que me faltan cuatro años”. Además, en una entrevista con su asesor financiero “me han dicho que si pido la pensión ahora, perderé mucho dinero y no es justo”.
Poco después del despido, le llamó una empresa de logística pero con un contrato temporal. “Ya ha terminado, ha sido una buena oportunidad”. También se ha presentado en otra empresa, donde el responsable de personal le comunicó que los empleos que estaba ofreciendo en esos momentos “sólo atraían a los jóvenes” y que “no podemos contratar a nadie que tenga más de 55 años, nos lo indican desde dentro de la empresa”.
La subida de la edad de jubilación “no es una buena opción”
A Favre le preocupa la subida de la edad de jubilación que se está viendo en varios países. Cree que las empresas “piensan que los trabajadores que tenemos más años somos como un carga económica para ellos, no por el salario sino por lo que tienen que pagar a la Seguridad Social”.
En Suiza, “a partir de los 55 años, las empresas pagan el 18%, de los 25 a los 35 años contribuyen con el 7%. Al final, la lealtad sale cara”.

