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Le despiden por ir a un restaurante cuando había faltado al trabajo por la muerte de su tía tras encontrarse con su jefe: acaba ganando el juicio

La justicia considera que el despido fue “duro, injusto e irracional”. En cuatro años de trabajo, nunca había recibido ninguna sanción disciplinaria.

Personas cenando en un restaurante
Personas cenando en un restaurante |EFE
Esperanza Murcia
Fecha de actualización:
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Existen muchos conflictos entre trabajador y empresa sobre lo que se puede hacer y lo que no durante una baja laboral. Esto también ocurre cuando el empleado se ha pedido un permiso especial retribuido para faltar al trabajo, como puede ser por una mudanza o por el fallecimiento de un familiar. Y, un reciente caso resuelto este verano, así lo ha demostrado.

David Jenkins, un trabajador portuario, fue despedido porque su jefe lo vio cenando en un restaurante después de que hubiera tenido el día libre por el fallecimiento de su tía. Para la compañía, el hecho de cenar fuera, coincidiendo además con el festivo del Día de Australia, país donde transcurre la historia, demostraba que el empleado había hecho un uso fraudulento del permiso.

El trabajador, sin embargo, defendía lo contrario y acabó reclamando. La Fair Work Commission (FWC), que funciona como los Tribunales Superiores de Justicia en España, acabó dándole la razón, ordenando a la empresa a readmitirle en las mismas condiciones laborales, tal y como ha recogido el medio ‘Daily Mail’.

La empresa defendía que no estaba afectado y podía trabajar sin problemas

Durante el festivo por el Día de Australia, Jenkins debía trabajar durante el turno de tarde, que comenzaba a las 16 horas. Sin embargo, esa misma mañana, su padrastro le comunicó que su tía había fallecido, motivo por el que solicitó un permiso a su compañía y no acudió a su puesto.

Tal y como explicó el trabajador, pasó el día con su padrastro y no fue hacia el final de la tarde cuando regresó a su casa. Ante las insistencias de su pareja, aunque al principio se negaba, acabó saliendo a cenar a un restaurante, donde se encontró con su jefe de operaciones.  Dos días después, recibió una carta de la empresa donde se le informaba de que habían recibido una denuncia por la que habría cometido una conducta “inaceptable”, al asistir a una cena en un momento en el que debería haber estado trabajando.

Por ello, de inicio, fue suspendido de empleo y sueldo a la espera de una investigación. Al día siguiente, el 29 de enero, recibió otra carta donde se le acusaba de una falta grave, por hacer un uso indebido de su permiso personal y de infringir el código de conducta y ética de la empresa. Ante esta acusación, le pedían que proporcionara una respuesta por escrito antes del 31 de enero.

Jenkins respondió a la misma afirmando que solicitó el permiso porque no se encontraba en condiciones de asistir al trabajo por el fallecimiento. De hecho, acabó entregando una copia del certificado de defunción, pero para la compañía no era una prueba suficiente. Así pues, el 7 de marzo, le notificaron por escrito su despido, con efecto inmediato.

La razón es que, según la empresa, había actuado de forma deshonesta y había utilizado la muerte de su tía como pretexto para poder asistir a un evento social en vez de acudir al trabajo. Por su parte, el trabajador defendió que su padrastro era una las personas “más importantes” de su vida y que también mantenía una relación muy estrecha con su difunta tía, a la que visitaba semanalmente.

Por este motivo, como recoge el citado medio, estaba “demasiado distraído por el dolor” como para trabajar con seguridad y que, dadas las circunstancias, tomarse el día libre era la opción más responsable. Cuando regresó a casa, su pareja le animó a acompañarla a una cena que había organizado con unos amigos para que se distrajera. Aunque al principio no quería, acabó asistiendo, encontrándose con su jefe. Jenkins se acercó a él para saludarle, dándole la mano, pero su jefe se negó a estrechársela.

La justicia determina que el despido fue “duro, injusto e irracional”

El trabajador reclamó a la justicia y, durante el proceso, la empresa añadió que Jenkins había  conducido su propio coche para ir y volver de la casa de su padrastro el día que solicitó el permiso y faltó al trabajo, por lo que era razonable esperar que pudiera desempeñar su trabajo de conducir vehículos en los muelles.

Sin embargo, la Fair Work Commission (FWC) no compartió este argumento y dio la razón a Jenkins, considerando que este no había utilizado la muerte de su tía como excusa para faltar y solicitar el permiso. Asimismo, tampoco aceptaron la posición de la empresa de que no estaba afectado por la pérdida familiar y de que esta no tuviera ningún impacto en su capacidad para trabajar.

Del mismo modo, señalaron que Jenkins solo tardó unos minutos en ir y volver de casa de su padrastro, cuando en su jornada debería haber estado horas. “Esto difiere sustancialmente de conducir vehículos durante un turno completo de trabajo”, expusieron. Por todo ello, y atendiendo a que este empleado nunca había recibido ninguna sanción disciplinaria en sus 4 años de trabajo, consideraron que el despido era “duro, injusto e irracional”, condenando a la empresa a readmitirle y pagarlo los salarios de tramitación.

El trabajador se mostró satisfacerte y, de hecho, afirmó que no guardaba rencor, por lo que seguiría trabajando “al máximo” de sus capacidades.