Algunas personas, por arriesgado que parezca, han decidido dar un giro radical a su vida profesional y empezar de cero en una profesión totalmente diferente. Aunque no sea para lo que hubieran estudiado inicialmente. Es el caso de Cami, de 38 años, quien decidió dejar su puesto de enfermera para dedicarse en exclusiva a la lavandería que había montado, en Arizona.
En un principio, compatibilizó ambos trabajos, trabajando casi a tiempo completo como enfermera en un hospital mientras gestionaba la lavandería desde octubre de 2020 hasta abril de 2023. Ese año, dejó la enfermería finalmente, y no se arrepiente: “Ahora solo trabajo unas cinco o seis horas a la semana”, cuenta al medio ‘CNBC’. Algo que, asegura, le da vergüenza decir: “me da vergüenza contárselo a la gente, porque hace cinco años, o hace cuatro o tres, no era así. Trabajaba muchas más horas para intentar hacer crecer este negocio”.
De hecho, tuvo que contratar a empleados para poder “centrarse más en hacer crecer el negocio y no en trabajar en él”, además del tiempo extra que le dedicaba en promocionarlo en redes sociales. Un esfuerzo que ha dado sus frutos, ya que, el pasado año, generó unos ingresos de alrededor de 475.000 dólares (sobre 407.189 euros), más casi 30.000 dólares en concepto de alquiler de un salón de belleza que tiene y otros 22.000 dólares por publicar en redes sociales durante seis meses en 2024.
Además, asegura que está a punto de obtener un aumento significativo de “alrededor de 200.000 dólares” en 2025. De ese modo, aunque echa de menos estar con sus compañeros del hospital, prefiere disfrutar del equilibrio que tiene ahora entre el trabajo y su vida personal, así como de la libertad que le proporciona ser propietaria de un negocio. “Es la primera vez que puedo estar en casa durante todas las vacaciones y tener todos los fines de semana libres”, afirma, agregando que “nunca tengo que pedir permiso a un jefe para poder hacer un viaje improvisado a casa o algo por el estilo. Así que mi libertad de tiempo ha cambiado por completo”.
Tuvo que vender su casa para montar la lavandería
Cami, tras 13 años de enfermera, necesitaba un cambio, pero no quería volver a ir a la universidad: “Supe que mi única salida del mundo laboral sería tener mi propio negocio”. Así, observando anuncios, se le ocurrió la idea de montar una lavandería, siendo asesorada por el tío de un amigo: “Él revisó los números conmigo y me dijo algo que nunca olvidaré. Me dijo: ‘Sabes, si pudiera volver atrás en el tiempo... nunca iría a la universidad. Lo único que haría sería comprar lavanderías, porque las lavanderías son sinónimo de dinero’”.
De ese modo, se puso manos a la obra, debiendo de vender su casa para poder financiar la compra del local y todos los gastos iniciales, que se sumaron a sus ahorros. Así, solo tuvo que financiar 100.000 dólares, con un tipo de interés del 6% durante los dos años siguientes, un préstamo que tardó en pagar en aproximadamente un año y medio. “Vender mi casa no me daba mucho miedo. Me ilusionaba más tener un negocio que ser propietaria de una vivienda”, asegura.
Asimismo, tuvo que invertir unos 20.000 dólares en reformas, para que la lavandería fuera más acogedora. Actualmente, los préstamos que le quedan por pagar son los de la compra de las lavadoras y los de los vehículos que usa para los servicios de recogida y entrega de su lavandería, lo que supone un total de unos 4.900 dólares al mes en pagos.
No tenía experiencia en liderazgo
Un dato llamativo, que resalta Cami, es que no tenía ni idea de liderazgo. Por esta razón, se puso a escuchar pódcast sobre negocios, leer libros e intentar ir “al menos a una o dos conferencias sobre lavanderías al año”, para mantenerse al día sobre las tendencias del sector, el software y la tecnología.
De esta nueva etapa, una de las lecciones más importantes que ha aprendido es ganar dinero para usarlo en lo que de verdad apasiona fuera del trabajo, en lugar de perseguir una carrera profesional en torno a nuestras pasiones. Según ha asegurado al citado medio, cree que podrá jubilarse en seis o siete años, o mantener la propiedad y contratar a otra persona para que se encargue del negocio.
Otra opción que baraja es adquirir un segundo local, hacerlo crecer y, finalmente, venderlo para obtener beneficios: “Lo veo como un juego divertido al que me gusta jugar. Me encanta el ajetreo de intentar aprender más para poder ampliarlo y hacerlo crecer”, concluye.

