El encarecimiento de los billetes de avión experimentado en los últimos tiempos ha encendido la mecha de la disputa entre aerolíneas y aeropuertos, con un sonado cruce de acusaciones en un momento que se antoja vital para el sector en su camino total a la recuperación tras la pandemia. La asamblea anual del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI por sus siglas en inglés) celebrada en Barcelona fue testigo de cómo el colectivo de gestores de aeropuertos.
El presidente de ACI Europa y vicepresidente de Aena, Javier Marín, criticó las subidas de los billetes mientras los reguladores nacionales “continúan obsesionados por aplicar presión a la baja sobre las tarifas aeroportuarias, creyendo que eso beneficia al consumidor final”. Una idea, que, sin embargo, tiene como principal beneficiado a los accionistas de las compañías aéreas, que han subido los precios un 30%.
El director general de ACI Europa, Olivier Jankovec, reclamó, asimismo, “dediquen menos tiempo a los aeropuertos y comiencen a monitorizar lo que cobran las aerolíneas, al menos en ciertos mercados”. Una ‘fiscalización’ intensiva del modo de actuar de estas que cobra aún más sentido con el cambio de orden del escenario, con los ejemplos de la consolidación de ITA en el grupo Lufthansa y de Air Europa en IAG, o con la privatización de TAP.
La respuesta de las aerolíneas
Con los altos ejecutivos del sector aéreo como amargos espectadores, el director general del colectivo de aerolíneas, Willie Walsh, esgrimió que las aerolíneas deben cargar con la poca eficiencia de las empresas que gestionan sus infraestructuras. Es decir, que están atrapados en el modo de explotación de los aeropuertos.
Sin embargo, de lo que se queja ACI es del hecho de que, mientras los gestores de aeropuertos necesitan un mayor margen de tiempo para establecer los precios, las aerolíneas pueden cambiar los precios al momento según la evolución del mercado. Por ello, ACI pide a los reguladores “den un paso atrás” y permitan que sea la propia deriva comercial la que guíe las relaciones entre aerolíneas y aeropuertos.
Mientras, Iata, el colectivo internacional de aerolíneas, evidenció su contrariedad al menor porcentaje de supervisión de los gestores sobre las aerolíneas. Para ello, puso como ejemplo al aeropuerto de Ámsterdam Schiphol, que aumentó el coste de sus tasas en un 37%.
El sector aéreo, al borde de la recuperación total
Tras tres años, el colectivo, muy afectado por elementos volátiles como el precio del combustible o las tarifas aeroportuarias, comienza a ver la luz al final del túnel al que abocó la pandemia del coronavirus, como muestran los resultados. La demanda comienza a superar a la inflación y el tráfico de viajeros ya se encuentra en una tasa de recuperación global del 90% respecto a 2019, mientras que las previsiones para el final del 2023 apuntan a un salto de casi el 10% respecto a los resultados económicos del 2022.
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