Al comenzar a cobrar la pensión de viudedad de la ‘Seguridad Social’ de Estados Unidos (el llamado seguro social), una mujer se dio cuenta de que no tenía suficiente dinero para pagar su casa y la compra en el supermercado. Ante esa situación, pidió ayuda a su hija, que era madre soltera, y vio un modo sencillo de salir adelante. Si su madre se mudaba a su casa, podrían pagar los gastos a medias con su sueldo y la pensión, pero además conseguía una persona que la ayudase en el cuidado de los hijos.
La historia, que cuenta Business Insider, empezó cuando llamaron a la hija para decirle que su padre había muerto. “En ese momento supe que mi vida iba a cambiar para siempre, lo que no pude prever es hasta qué punto la vida de mi madre y la mía se iban a encontrar de nuevo en el camino”. De este modo comenzaba la convivencia multigeneracional, que es una tendencia en auge por la necesidad económica y apoyo emocional que muchos padres sienten al llegar a la vejez.
Lo que en principio iba a ser una convivencia a corto plazo, mientras encontraban una solución al problema del pago de la hipoteca del apartamento en que vivía la jubilada, se convirtió en más de 10 años de convivencia. Durante este tiempo, aprendieron a gestionar el dinero para pagar a medias la casa, los recibos y la comida, y al mismo tiempo, le ayudaba con el cuidado de sus hijos.
“Juntamos nuestras cuentas bancarias, tenerla conmigo fue un a ayuda extra para el día a día, nos ayudó a las dos, ahorramos dinero y conseguimos estabilidad y apoyo emocional”. Porque ella estaba pasando también por problemas económicos debidos al alto coste de la vivienda, una situación que también sucede en España con el precio de la hipoteca mostrando una subida del 63% en sólo una década.
“Con 30 años estaba invitando a mi madre a vivir en casa”
La ‘generación sándwich’ es un fenómeno que sucede en casi todos los países del mundo y que registran datos como los del Instituto Nacional de Estadística en España (INE) donde avisaron de que casi el 10% de los hogares ya son multigeneracionales. “A los 30 años me encontré con esta situación: era yo quien abría las puertas a mi madre para que viviese conmigo. No era la única, porque conozco casos en los que los adultos jóvenes o de mediana edad somos quienes cuidamos a nuestros padres cuando son ancianos, al mismo tiempo que a los hijos”.
Ahora, esto supone un alto coste económico, pero no es lo único, ya que aparece el conocido como “desgaste emocional”. Y es que, de repente, había que meter en la agenda las citas médicas, llevar el horario de la medicación y atender a los pequeños problemas de salud mental que presentaba su madre.
“Me afectó porque verla pasar de la cuidadora que fue para mí en los años de mi infancia a la persona que tenía enfrente, que necesitaba mi ayuda para todo, me rompió el corazón”, señala en el medio antes mencionado.
“He sacrificado mi libertad personal”

Al poco tiempo, la hija se hacía una serie de preguntas, aunque la principal seguía siendo el alto precio que debía pagar por tener a su madre en casa. Como aseguró, había perdido la independencia y el tiempo para ella. “Subestimé cuánto de mi vida privada debería sacrificar”, ha asegurado, “cuando quería hacer algo debía plantearme primero cómo le iba a afectar a ella, ¿es egoísta querer una noche para mí, para estar sola? ¿Puedo viajar sin planificar al detalle sus cuidados?”
La autora destaca que la convivencia trae aspectos positivos, entre ellos el poder compartir el cuidado del hogar pero, sobre todo, la crianza. “Cuando estoy agobiada, el simple hecho de que ella prepare la cena o me ayude a cuidar de mi hija demuestra que hay alguien preocupándose por mí”.
Más de dos millones de personas viven solas en Estados Unidos
El problema, según la Encuesta Continua de Hogares, es que más de dos millones de personas viven solas en Estados Unidos por lo que cada vez hay más convivencia intergeneracional. “Gracias a esto comprendo mejor el envejecimiento, he podido darme cuenta de lo complejo que es para una persona mayor quedarse completamente sola y lo frágil que puede ser la independencia”.
“Esto no quiere decir que yo tenga que renunciar a mi vida, sino que debo construir una convivencia que se base en el apoyo y en la empatía, necesitan cuidado, apoyo hacia ellos y hacia nosotros mismos”.

