Las personas que, a consecuencia de una enfermedad o un accidente, sufren una reducción o pérdida de su capacidad para trabajar de forma previsiblemente permanente, pueden acceder a una pensión de incapacidad permanente. Existen distintos grados, que se reconocen en función del alcance de las limitaciones y de la merma funcional que estas produzcan.
Para concederla, se debe pasar por una evaluación médica (al igual que también pueden revisarla) y, en esta fase, existen diferentes “trampas” que usan los tribunales médicos del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y que pueden ser determinantes a la hora de conceder esta pensión de incapacidad permanente. El abogado Pablo Ródenas, especializado en incapacidad, ha advertido de ello en varias ocasiones, explicando recientemente la llamada ‘prueba del bolígrafo’.
“Sí, como lo oyes. Hay algunos médicos que en plena valoración se les cae el boli al suelo como si nada. Y mientras tú sigues ahí hablando, ellos están mirando solo una cosa: si te agachas”, explica. El motivo, agrega a continuación, es que “si te agachas, aunque sea un poquito, aunque lo hagas por educación, ya tienen un argumento perfecto. Puede flexionar la espalda sin limitaciones y adiós capacidad”.
“No estás en una conversación, estás en una evaluación completa desde que entras por la puerta”
Este abogado asegura, respecto a esta prueba, que “pasa más de lo que crees”, explicando que “el tribunal no solo evalúa tus informes, evalúa cómo te mueves, cómo te sientas, cómo respiras, cómo te levantas y cada gesto espontáneo”, buscando la coherencia entre lo que se declara y lo que se aprecia durante la exploración.
En la descripción del vídeo publicado, profundiza más en ello, señalando que desde el punto de vista jurídico-médico, “cualquier gesto aparentemente automático puede ser interpretado como indicio de capacidad funcional conservada, incluso aunque exista patología acreditada”. Por esta razón, es muy importante “entender que no es una entrevista, sino una evaluación técnica integral”, donde se contrasta la limitación funcional real, se observa la movilidad espontánea y se analiza la congruencia médico-laboral.
Así pues, indica que “siempre” dice “lo mismo”: “no estás en una conversación, estás en una evaluación completa desde que entras por la puerta”. En referencia a esto, aclara que “esto no implica mentir ni exagerar, sino no perjudicarse por desconocimiento del procedimiento evaluador”.